Análisis

ANÁLISIS: Pedro Castillo, el hombre fuera del ‘establishment’ que tendrá el reto de gobernar un Perú dividido

El próximo 28 de julio Pedro Castillo se posesionará como nuevo presidente, el mismo día en el que el país cumple 200 años de su fundación. Ahora los peruanos tendrán el reto de buscar un camino común pese a las heridas que reabrió la disputa electoral.

Por: Luis Cáceres Álvarez / Anadolu

En su primer discurso como presidente electo del Perú, Pedro Castillo dijo que traía “el corazón abierto para todos” y que no guardaba rencor ni indiferencia. Además, invocó a la líder de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, a no poner “más obstáculos” para sacar adelante el país.

Horas antes, tras semanas de decir lo contrario, Fujimori reconoció los resultados porque era “lo que manda la ley y la Constitución que he jurado defender”. Sin embargo, remarcó que aceptó la decisión a pesar de que, según su opinión, esta es ilegítima porque “Perú Libre nos ha robado miles de votos el día de la elección”.

Pasó un mes y trece días para que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) acabara con la resaca de la segunda vuelta electoral. La Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), con el 100% de las actas escrutadas, ubicó a Castillo en el primer lugar con el 50,125% de los votos, frente al 49,875% de Fujimori.

Los dos candidatos, cada uno en un extremo del espectro político, abrieron todas las heridas tras 200 años de independencia. Por supuesto, la pandemia también ha desnudado al Estado, las instituciones y a los peruanos de todos los sectores.

El precio del dólar está en sus máximos históricos (cuesta 3,95 soles), aunque veamos cómo Pedro Castillo pasa de la izquierda radical a una más moderada, similar a la presentada por el equipo técnico de la excandidata Verónika Mendoza, pero aún no ha llegado a un nivel que permita la calma de los grandes inversionistas, pues aún ronda la sombra de su mentor, Vladimir Cerrón.

En ese sentido, Castillo necesita no solo a sus 37 congresistas sino ampliar su base política para hacer alianzas. ¿Qué otros obstáculos enfrentará la fórmula presidencial de Perú Libre en los cinco años de gobierno que le esperan?

Un nuevo pacto social

Para Moisés K. Rojas, sociólogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en esta segunda vuelta electoral se han hecho explícitas todas las brechas sociales, políticas y culturales que el país ha tenido en los últimos años.

“Ha brotado la desigualdad en relación a las clases sociales, la desigualdad entre el centro y la periferia del país, los temas raciales han salido más que nunca, el respeto hacia las instituciones”, señala, y agrega: “Todas las heridas que han tratado de cicatrizar en el olvido o en la indiferencia se abrieron completamente”.

En ese sentido, explica que hay una disputa entre quienes se han sentido excluidos del modelo económico y otro grupo que se siente con los derechos de reclamar ciertos privilegios. Así, considera que después de esta elección habrá una etapa de reacomodamiento luego de treinta años “de una promesa económica y social que no ha tenido éxito para todos”, y en la que los grupos políticos tratarán de mostrar sus fuerzas para tener participación en un nuevo pacto social.

El semiólogo y lingüista Eduardo Zapata, por su parte, asegura que Castillo “será un ganador legal, pero no legítimo. La legitimidad tendrá que ganársela a toda velocidad”.

Para el semiólogo, Castillo carece de competencias y capacidades, pero el hecho de que este personaje político llegara tan lejos en los comicios del bicentenario significa que hay algo en el relato fujimorista que se resquebrajó.

“La señora Fujimori forma su partido con su mérito, pero lo forma a partir de la herencia del padre, del apellido y del supuesto recuerdo de los logros del padre. Entonces, una vez caído el padre y una vez caída la nave de críticas, todas las críticas le caen a ella”. En cambio Castillo era “el profesor”, que en zonas rurales es una autoridad, “donde la gente se va a quejar de sus problemas”, asegura Zapata.

Lo que le preocupa es que el gobierno entrante no cumpla lo prometido porque si no hay algo visible en sesenta días, se entraría a otra crisis política. El lingüista enfatiza que no le agrada cuando dicen que es el “voto de provincia contra Lima” porque la capital “está hecha de provincianos” y un punto que no se admite es que está andinizada desde hace tiempo.

La informalidad y el modelo económico

Para entender estos comicios del Bicentenario hay que analizar el comportamiento de la capital del país. “La particularidad de Lima es que tiene una informalidad acompañada de un discurso de emprendimiento y de ascenso social. Nuestros informales son emprendedores. Nuestros informales creen en el modelo. Creen que les va a tocar en algún momento disfrutar de las ventajas de crecer económicamente”, sostiene Rojas.

Y añade: “Hay toda una cultura de emprendimiento que hace que la precariedad laboral en nuestro país no nos conduzca hacia la crítica del modelo sino que nos lleve hacia una ética del trabajo, a una ética del mayor esfuerzo. Nuestros informales son creyentes del ‘neoliberalismo’ y por tanto ellos son más de derecha que cualquiera”.

Para Zapata, la informalidad que tiene el Perú no ha sido trabajada políticamente. “En lugar del término de derecha, utilizaría el término ‘partidarios del mercado’, que son la mayoría de peruanos, pero no han sabido formar un movimiento. Si no hubiera sido por la informalidad, este país ya hubiera reventado hace muchísimo tiempo”.

“No ha habido un partido político capaz de agrupar a esta gente informal del Perú que cree en el mercado porque viven en el mercado. E incluso hasta aceptar que el Estado peruano es informal. Y cuando me refiero a un partido político, me refiero con alguien nuevo, no con los de ayer, porque ahora a los políticos nadie les cree”, asegura.

Silvana Huanqui, economista y profesora de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico, sostiene que el objetivo de orientarse hacia las poblaciones más pobres y vulnerables era un tema que debía estar en cualquiera de las agendas del siguiente gobierno.

A esto sumémosle que durante la pandemia de COVID-19 los sectores más afectados han sido los más vulnerables, además de la incertidumbre política de los últimos cuatro años.

“Ha habido un crecimiento macroeconómico, pero no se ha visto reflejado a nivel microeconómico en las poblaciones más rurales”, dice. “Más que reformas a la Constitución, primero va por hacer cumplir o buscar que se lleve a cabo lo que la Constitución establece. Por ejemplo, muchos critican que la Constitución no está la cobertura universal de la salud y la educación. Eso sí está, sino que en la práctica tenemos un Estado que no es capaz de proveer esos servicios de calidad”.

Si Castillo lleva a cabo las políticas de extrema izquierda, será “un terremoto” para los agentes económicos, señala Huanqui. “Estos, naturalmente, migrarán a un entorno más seguro. Entonces, hablamos de inversionistas extranjeros, inversionistas nacionales, personas naturales jurídicas que prefieren salvaguardar ese capital y salir”.

Según Rojas, hay una crítica constante de los sectores informales porque sienten que el Estado necesita tener un rol más activo. “El Estado para los sectores económicos informales es el enemigo porque significa que van a quitarte tus prendas, que van a prohibirte trabajar en la calle, significa corrupción también”.

La economista señala que “no estamos en rojo, estamos en naranja” y todo depende de la estrategia que se tome para revertir esta crisis. Está convencida que se podría lograr un desarrollo sostenido a través de la inversión privada porque es el número de empresas, la magnitud y la dinámica de estas las que finalmente generan empleo y los ingresos aumentan.

“Si sigue así, llegará un momento en que harás frente a las responsabilidades de deuda que estás asumiendo. Si yo me endeudo es para invertir, para generar mayores capacidades que después generarán una mayor empresa privada que pagará más impuestos y con eso pagaré la deuda. Pero si me endeudo para entregar bonos COVID-19, eso no impactará en las capacidades productivas”, añade.

Huanqui enfatiza que no se podrá reducir la pobreza en un periodo. “Ese es un trabajo de décadas”. Los indicadores económicos sí se han visto beneficiados, han mejorado, pero “no puedes llevar a cabo una redistribución del ingreso afectando la estabilidad macroeconómica. Eso no se lee en el discurso de Pedro Castillo. Un economista, mínimamente centrado o cauteloso, tendría que asegurar que la estabilidad macroeconómica se mantenga”.

La negación de la derecha

El Perú es un país andino, un país de raíces indígena. Toda la migración de las regiones a la capital en los últimos 40 a 50 años generó un “desborde popular” que era trasgresor a las élites limeñas, dice Rojas.

“Y era trasgresor en lo económico, en lo cultural, en lo racial, pero luego a partir de los noventa hubo la consolidación de un proyecto más mestizo, más blanco, más occidental. De pronto nos olvidamos que somos cholos. De pronto nos olvidamos que somos indígenas, que somos un país andino”.

Pedro Castillo aparece como un candidato que no es parte del establishment político. Los famosos ‘outsiders’ que en el Perú siempre han tenido acogida, pero siempre rondaban por el establishment cultural o académico. Para Rojas, la figura de Castillo entrega la posibilidad de generar identificaciones y representación política de los sectores que no han tenido triunfos electorales en los últimos años.

El sociólogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos se suma a los especialistas que sostienen que el fujimorismo no ha procesado intelectualmente la crisis del régimen de los noventa. En lugar de rechazar la parte autoritaria, sigue en un círculo vicioso. “Este afán de la revancha a pesar de que perdió la elección y de tratar de traerse abajo al gobierno sea de PPK o de Vizcarra y ahora de Sagasti, pues habla de que no tienen un espíritu democrático tan firme”.

Señala también que la ilusión era que Keiko había roto “el cordón umbilical” con su padre, pero “había más cálculo electoral que una convicción política”. En estos últimos dos meses los peruanos vieron resurgir del lado de Keiko mucha de la gente que había gobernado con su padre, gente que ha sido procesada y cuestionada ética, política y moralmente. “Si la derecha sigue equivocándose, provocará un conflicto mayor o un escenario de convulsión de no retorno”, dice.

Rojas sostiene que la derecha peruana tiene las siguientes expresiones: la populista, la tecnocrática y la provinciana. Con respecto a Fujimori, no cree que haya querido agruparlas, sino más bien “volver a su núcleo”. Además, “se ha vinculado con otros defectos que le han ido aislando. Ha tenido poco cálculo. Probablemente sin la pandemia y la crisis política, ella no hubiese pasado a la segunda vuelta”.

“El hecho de que un candidato que no tiene aparato, que ha estado cerrado por los medios de comunicación, le haya ganado a Keiko por 40.000 votos, te dice que hay una demanda de cambios profundos en el país”, dice Rojas.

“Hasta ahora la derecha no se da cuenta de que deberá romper esa burbuja, conocer defectos de ese modelo y además realizar purgas. Hay actores que no suman a la derecha. Por lo tanto, no le suman al país”, añade.

El poder de lo simbólico

La frase “Perú profundo” fue forjada por Jorge Basadre, más conocido como el ‘historiador de la República’, en 1947. La usó para expresar la existencia de una parte del país distinta a la del “Perú oficial”. Hay quienes afirman que el Perú es un país de corazón roto, como si estuviera cortado, como si no lo hubieran querido lo suficiente. Un destino forjado a hierro y fuego. Por ello, solo queda colocar el hombro para reconstruir o unir las piezas dispersas. También dicen que lo verdaderamente profundo del Perú son los problemas que por décadas han sido y siguen siendo ignorados.

José Luis Ramos, docente de la Escuela de Sociología de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, destaca que durante la segunda vuelta electoral Fuerza Popular no competía con Perú Libre sino que planteaba la campaña de modo tal que el país entero competía contra Perú Libre. “Si un partido representa la defensa de la nación, la democracia, la libertad. Entonces, ¿qué representa el otro partido? Queda excluido de tener una representación nacional, de ser parte del país y es más bien el enemigo de la libertad”.

Para Ramos, hubo un sector de este 50,126% (8.836.380 peruanos) que votó por Pedro Castillo no porque tuviera coincidencias políticas con él, no porque tuviera coincidencias culturales con él, sino porque el fujimorismo o la señora Fujimori representaba, no la dictadura de los noventa solamente, sino una forma de hacer política que “desprecia” las instituciones democráticas, el consenso, el diálogo, la búsqueda de la ley y los derechos humanos.

No obstante, para el sociólogo arequipeño hay rasgos tremendamente positivos, como “la propuesta de cambio” que representa Castillo: “En cinco años no se hacen revoluciones, en cinco años las cosas no se ponen de patas arriba, pero en el Perú basta con hacer unas cuantas para que sean realmente importantes. La gente de esos sectores marginados, del campo, están empoderados”, dice, “todo aquello que siempre se ha visto con desdén ahora será revalorado”. Pero Pedro Castillo no puede gobernar sin los grupos empresariales, sin los conglomerados mediáticos; los necesita. Entonces necesita establecer puentes.

En Arequipa, cuando Keiko Fujimori se abrazó con Álvaro Vargas Llosa a la vista, en una videoconferencia de su padre, Mario Vargas Llosa, lo llamaron reconciliación nacional. “O sea, si Vargas Llosa se reconcilia con la señora Keiko, esa es la reconciliación nacional porque ellos son la nación; el resto no son la nación, no tienen por qué reconciliarse con ellos”, cuestiona.

“Ha ganado una opción que no se le reconoce como parte del país, que es la parte fea del país. Eso siempre lo han pensado así ciertos sectores afincados en Lima, pero que nunca lo decían abiertamente. Y ahora sí lo hacen con total desparpajo. Eso ahonda las grietas y hace bien difícil las posibilidades de reconciliación”, asegura.

“Los está haciendo ver algo que nunca habían visto. Eso les duele en el alma. Mucha gente se está dando cuenta del tremendo error de que Lima se creyera el Perú”, asegura Ramos.

Para él, la victoria de Pedro Castillo, simbólicamente, significa para el sur andino: “Existimos”. “Cuando la candidata tenía todas las ventajas: los medios de comunicación, generales retirados, el Nobel, y a pesar de todo eso le ganan, entonces ya no somos nadie: somos alguien”.

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