ANÁLISIS – Las elecciones iraquíes y la decisión del clérigo Sadr de no participar
Múqtada al-Sadr basa su vida política en el legado de su padre, Mohammad Sadiq al-Sadr, quien encabezó la oposición de la mayoría chií oprimida por régimen sunita de Saddam Hussein. Sadiq fue asesinado por el régimen en 1999.
Por: Bilgay Duman y Mehmet Alaca / Anadolu
El pasado 15 de julio, Múqtada al-Sadr, clérigo chiita iraquí, líder de la Lista Sairun, la coalición política con más poder dentro del Parlamento, y una de las figuras más influyentes de la política iraquí, anunció que no participará en las elecciones generales anticipadas, previstas para celebrarse en octubre de este año. Tras el anuncio de Sadr, varias figuras importantes de su movimiento también anunciaron retirarse de la carrera electoral. La repentina decisión de Sadr, descrito por los occidentales como el “determinador de gobiernos” (kingmaker) de la política iraquí, recuerda, una vez más, la imprevisibilidad habitual del líder chiita en la política iraquí y sus diversas dinámicas políticas y sociales.
Crisis eléctrica e incendios en hospitales
No es una coincidencia que Sadr anunciara su decisión después de que 92 personas perdieran la vida durante un incendio en un hospital de la ciudad Nasiriyah para pacientes con la COVID-19 el 13 de julio, y en un momento en el que se experimentaron cortes de energía generalizados en todo el país, afectado por una ola de calor abrasadora. En abril, 82 personas murieron en un incendio similar en un hospital de la capital Bagdad. El movimiento de Sadr se convirtió en el foco de las críticas del público iraquí en las redes sociales debido a los cortes de electricidad y los incendios en hospitales.
No hay que olvidar que los ministros de Salud y Electricidad son nombres cercanos al movimiento de Sadr, y estos acontecimientos recientes pusieron en tela de juicio las capacidades del movimiento. En este contexto, la decisión de Sadr se puede leer como una maniobra destinada a calmar y desviar la ira popular, que se volvió más evidente en la sociedad. Aunque el ministro de Salud Hasaan al-Tamimi renunció a su cargo después de los incendios, se entiende que Sadr intentó salir del caos social surgido lo menos tocado posible y proteger y consolidar su base política frente a la ira generalizada.
Posibilidad de aplazar las elecciones
Los debates sobre si las elecciones podrían realizarse el 10 de octubre o no continúan. Algunos partidos como el Partido Comunista, socio de la alianza de Sadr, y el líder chií laico, Iyad Alaui, que surgieron como resultado de los recientes movimientos y protestas populares, también decidieron no participar en las elecciones argumentando motivos de seguridad. Aunque el Gobierno aseguró que las elecciones se celebrarán a tiempo, Sadr puede estar intentando ver si el Gobierno está dispuesto a dar un paso atrás. De hecho, la Alta Comisión Electoral Independiente de Irak confirmó que es imposible cancelar las elecciones después de que se anunciaran las listas con los nombres de los candidatos, desafiando, en cierto modo, a Sadr.
Otros partidos relativamente nuevos podrían seguir los pasos de Sadr y boicotear también las elecciones. Las relaciones de Sadr con los movimientos populares se deterioraron recientemente, así que quiere arreglar su imagen dañada por el enfado generado a raíz de la crisis eléctrica y sanitaria, respondiendo a las demandas de la calle y no participando en las elecciones. En el pasado, Sadr se aprovechó de las olas de boicot en su favor, y esta vez puede haber hecho una “retirada temporal” para reorganizar sus cartas antes de regresar a la carrera electoral.
Alianzas electorales
La posibilidad de que Sadr no pudiera encontrar las alianzas que buscaba para formar Gobierno tras las elecciones, especialmente con el Partido Democrático del Kurdistán, puede haber sido decisiva en el lanzamiento del boicot. De hecho, la decisión de Sadr parece un movimiento para ganar tiempo.
El panorama político chií en el país se divide actualmente en cuatro ejes principales. Además de los partidarios de Sadr, entre la Alianza Fatah, proiraní y liderada por Hadi al-Amiri, la Corriente de la Sabiduría, liderada por Ammar al-Hakim; el Bloque Nasr, liderado por el ex primer ministro Haider al-Abadi, y las formaciones que emergieron a raíz de las protestas que comenzaron en octubre de 2019. Estos rivales de Sadr, entre los grupos chitas, gozan de una posición fuerte. Las consecutivas visitas del comandante de la Fuerza al-Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC), Ismail Ghaani, y del jefe de Inteligencia de la IRGC, Hussein Taib, a Irak, en un momento en el que Estados Unidos se encuentra ocupado retirando sus fuerzas combatientes del país, significan un apoyo abierto a las milicias proiraníes en el país, así como a los sucesos relacionados con las elecciones. En este sentido, es posible decir que la rivalidad entre los diferentes grupos chiitas podría intensificarse en los próximos meses.
Capacidad movilizadora de Sadr
Sadr es muy experto en gestionar/dirigir los procesos políticos en el país e imponer sus propios métodos. Sadr fue clave en la formación de diversos gobiernos y posee un peso importante tanto en el Gobierno como en la oposición.
El clérigo chiita basa su vida política en el legado de su padre, Mohammad Sadiq al-Sadr, quien encabezó la oposición de la mayoría chií oprimida por régimen sunita de Saddam Hussein. Sadiq fue asesinado por el régimen en 1999. Cuando muchos líderes huían del país, Sadr estableció una milicia, el Ejército del Mahdi, en 2003, y ofreció gran resistencia ante la ocupación estadounidense. Esta resistencia suya fortaleció su popularidad. En circunstancias normales, no se puede esperar que un líder cuyas maniobras políticas son tan inconmensurables tenga una vida política duradera. A pesar de esto, Sadr todavía tiene mucho éxito a la hora de movilizar las bases que su padre creó gracias a sus actividades de trabajo social en los barrios marginados de las ciudades a principios de la década de los 90 utilizando su amplia red social. De hecho, en las elecciones de 2018 logró ingresar al Parlamento como el grupo más fuerte gracias a esta capacidad de movilización. Sadr posee el poder de llevar a cientos de miles de sus partidarios a las calles cuando quiere y utiliza eficazmente su apoyo social y su poder de movilización contra sus oponentes.
El movimiento de Sadr estableció cierta hegemonía en casi todas las instituciones del aparato estatal iraquí desde 2018 gracias a esta capacidad. Los miembros del movimiento ocupan numerosos cargos en los ministerios del Interior, Defensa y Comunicaciones, así como en instituciones petrolíferas, eléctricas y de transporte, bancos estatales e incluso en el Banco Central de Irak. Se dice que los partidarios de Sadr ocuparon casi 200 puestos en diversos ministerios en los últimos tres años. Sin embargo, también se ve que Sadr está tratando de expandir su base a través de ministerios de servicio directo al público. Esta influencia no solo allana el camino para que el movimiento acceda a recursos económicos, sino que también refuerza su papel burocrático en la toma de decisiones. En otras palabras, el movimiento Sadr es como el Estado profundo del mecanismo estatal actual. El principal representante político de Sadr, Nassar al-Rebii, asegura que los “sadristas trabajan en todas las instituciones estatales”.
Sadr es capaz de reaccionar con dureza ante Irán, Estados Unidos, Reino Unido y los países del Golfo por su intervención en Irak y, al mismo tiempo, es uno de los pocos líderes chiitas de alto nivel que pueden visitar Arabia Saudita o pasar mucho tiempo en Irán a pesar de sus tensas relaciones. También es aclamado por su nacionalismo iraquí. Su persistencia en sus convicciones, especialmente al tomar una postura contraria a la de los gobiernos iraquíes apoyados por Estados Unidos o Irán, también contribuye a su popularidad. Sadr es perfectamente consciente de su capacidad tanto para implementar reformas en el país como para ser un líder que puede resistir a las milicias respaldadas por Irán. Por eso, intenta dar el mensaje de que “sin mí no habrá elecciones”.
¿Qué será de las elecciones?
La decisión de Sadr significa el debilitamiento de la representación chií en la política iraquí. Esto deslegitimaría las elecciones debido a la baja participación, resultando en un escaso apoyo público. Ya en las elecciones de 2018, la participación del 45% puso en tela de juicio la legitimidad de las elecciones. En otras palabras, cualquier composición de Gobierno que se forme después de las elecciones no representará una parte significativa del pueblo. El primer ministro Mustafa Al-Kadhimi dijo que no habrá elecciones sin la participación del movimiento de Sadr. Por tanto, el aplazamiento de las elecciones es posible, aunque parece difícil por ahora.
Por otro lado, la ausencia del bloque de Sadr en el Parlamento complicará el escenario político, aunque no signifique la parálisis del proceso político que se avecina. La mayoría de los actores políticos no está de acuerdo con la idea de posponer las elecciones. La no participación del movimiento de Sadr creará un gran vacío en el escenario político. En este contexto, está claro que los grupos proiraníes serán los que más se beneficiarán de la decisión de Sadr. La Alianza Fatah fue el segundo grupo en recibir la mayor cantidad de votos en las elecciones de 2018. El hecho de que el movimiento de Sadr no participe en las elecciones y que los actores antes mencionados ganen una posición decisiva después de las elecciones puede devolver a las masas sadristas a las calles como oposición. Es muy probable que la tensión en las calles de Irak aumente aún más, especialmente considerando el boicot electoral de algunos partidos que representan las protestas en curso desde 2019.
*Traducido por Daniel Gallego.