Acceso limitado a tecnologías propicia segregación digital
La tecnología está concentrada solo en algunos territorios, por lo que a escala mundial existen grandes diferencias que han generado una brecha digital, en la que los avances tecnológicos también son una medida de distancia entre los países desarrollados y subdesarrollados.
Esta es una de las conclusiones de la investigación doctoral adelantada por Jeffer Chaparro Mendivelso, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien explica en su libro “Un mundo digital: territorio, segregación, y control a inicios del siglo XXI” que los países que están a la vanguardia en patentes y en investigación son los que están más conectados.
“Utilizan más tecnologías y crean aplicaciones de todo tipo. Por el contrario, en Colombia somos consumidores de esas tecnologías, pero no las producimos, por lo que estamos creando fuertes dependencias”, detalló el docente Chaparro.
Visto desde el uso de aparatos digitales, también se encuentran diferencias, ya que la adquisición de, por ejemplo, dispositivos móviles dependerá de lo que la gente pueda pagar, por lo que el acceso a los datos y a la información se convierte en una pauta para la segregación territorial.
En el país, las ciudades o capitales más desarrolladas cuentan con mayor uso de tecnologías, mientras que en las áreas rurales tiende a descender.
Esto también está relacionado con las múltiples características del territorio, por ejemplo, en las selvas del Amazonas muchos de los aparatos digitales no soportan la humedad y las altas temperaturas, presentan un rápido deterioro físico y mantienen un acceso limitado a las redes de información e internet.
Uno de los principales indicadores para evaluar la segregación digital territorial es la conexión a internet. En el caso de Bogotá, aunque es una ciudad con condiciones socioeconómicas que le permiten a su población estar en un mayor nivel de acceso y uso de las tecnologías, también hay diferencias en la cantidad de hogares conectados a internet.
Las localidades menos conectadas se encuentran en las franjas suroriental, sur, y suroccidental de la ciudad, como Usme y Ciudad Bolívar, mientras que las más conectadas se ubican en el sector centro y nororiente como Teusaquillo y Chapinero.
En la investigación, el profesor Chaparro también hace una relación entre educación y tecnología, ya que los centros de innovación tecnológica más importantes, que permiten mayor producción investigativa, están ubicados en los países más avanzados.
Movimientos de desconexión
Si bien el desarrollo tecnológico es una tendencia en rápido aumento, cada vez hay más movimientos de desconexión, ya que el contacto con las tecnologías digitales ha generado cambios en términos de cómo funciona el cerebro, por ejemplo, alteraciones en los procesos cognitivos.
“Se ha puesto en evidencia la necesidad de desconectarse, porque en ocasiones el contacto con la tecnología conduce a no hacer nada productivo, por lo que estar hiperconectado no siempre es lo más adecuado”, comentó.
Agrega que la tecnología no llegará de forma homogénea a todas las partes del mundo, ya que no hay ningún factor geográfico que logre difundirse de esta manera, por lo que siempre habrá diferencias al respecto.
Esto, según el docente, está relacionado con los discursos que se han instaurado en torno a las tecnologías digitales: el discurso público y el privado, que coinciden en que todos avanzamos hacia la sociedad de la información y del conocimiento, el acceso a computadores, celulares e internet. Sin embargo, cuando se contrasta con los datos, el país es altamente segregado en términos de tecnologías digitales.
El último discurso es el disidente o alternativo, que también es el del hacker, quien –a diferencia del cracker– no es un delincuente informativo, sino que promueve la libre circulación de la información.
En su libro, el docente Chaparro también explica los cambios espaciotemporales que ha traído consigo la tecnología, ya que permite el contacto inmediato con personas que se encuentran a miles de kilómetros, además del control social y territorial, puesto que en los territorios crece la tendencia a responder a formas de control externas.
“Cada vez hay más corporaciones que compran grandes extensiones de tierra, incluso en Colombia, a partir de imágenes de satélites, y luego pueden ejercer control y arrasar zonas amplias de bosque para la agroindustria”, concluyó el experto.