Desarticulación estatal pone en riesgo a la Amazonia
Alimentos no asimilados para las organizaciones indígenas, respiradores sin espacios físicos ni tomas de energía para su funcionamiento, son algunas de las ayudas que han llegado al territorio sin ser concertadas con la comunidad.
Situaciones como esta, en medio de la pandemia, evidencian una desconexión entre el esfuerzo hecho por las organizaciones indígenas, el institucional y el estatal para contener la COVID-19, ignorando las necesidades de este territorio y su interculturalidad.
“Al no haber un diálogo, una participación real ni una retroalimentación de las necesidades y particularidades en el territorio, las decisiones que se tomen van a ser poco eficaces para la situación”.
Así lo afirma el antropólogo Levinson Niño Leal, especialista en Análisis de Políticas Públicas y ponente en el 3er. Foro Virtual en Coronavirus “COVID-19 en la Amazonia: realidades, necesidades y retos de la pandemia. Condiciones de atención y expectativas de las comunidades indígenas frente a la medicina occidental”, organizado por la Revista de Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), el Instituto de Salud Pública, la Línea de Investigación de Fronteras, Migración y Salud y la Fundación Universitaria Ciencias de la Salud.
La importancia de entender la interculturalidad, más allá de lo étnico, teniendo en cuenta una articulación con otras formas identitarias presentes en el territorio, como el caso de los colonos, algunos afrodescendientes, o migrantes venezolanos que siguen arribando al departamento fue el tema abordado por el especialista Niño, junto con los médicos Adriana Ardila Sierra, Ph. D. en Salud Pública; Andrés Martínez Silva, especialista en Economía; Vivian Rosado Cárdenas, Ph. D. en Salud Pública y Rafael Guayabo Guzmán, líder indígena y asesor de la Subcomisión Nacional de Salud de la Mesa Permanente Concertación de los Pueblos y Organizaciones Indígenas.
Según la doctora Ardila, muchas comunidades del territorio han manifestado que hay unas barreras estructurales que limitan una participación plena en igualdad de condiciones para construir una salud intercultural.
Algunas de estas barreras se refieren a que la salud biomédica termina siendo una herramienta política de muchos gobiernos de turno, en la cual se negocian votos o se gestiona cierto tipo de ayudas a comunidades que, frente a una emergencia como la de la pandemia, deja expuesto un sistema que no se ha adecuado.
Para Rafael Guayabo es preocupante que no haya un modelo de prestación de servicio de salud para la región, con las especificidades que esta demanda y que la salud y medicamentos sean mercantilizados.
Además mencionó algunas necesidades puntuales del territorio frente a la pandemia, como la de personal médico como apoyo a un proyecto mancomunado con médicos ancestrales en Puerto Leguízamo, Putumayo, donde se está realizando toda la prevención y mitigación del COVID-19, en el marco del conocimiento ancestral.