El periodismo y la comunicación se reinventan con la crisis sanitaria
Ana Pérez Escoda, Universidad Nebrija
El reciente tsunami que ha supuesto a nivel planetario la pandemia de la Covid-19 deja tras de sí cambios irreversibles que marcan un antes y un después en la sociedad del siglo XXI. La acción súbita, letal e intensiva de este minúsculo virus ha superado los trágicos efectos de la crisis económica de 2008 o la Gran Depresión de 1929, y su impronta social nos sitúa ante un escenario cuyas consecuencias aún no somos capaces de atisbar.
Muchos son los sectores que han visto frenadas en seco sus inversiones con derivaciones que trascienden las pérdidas millonarias o los despidos masivos, aún reprimidos gracias a los expedientes temporales de regulación de empleo. Destacan la hostelería y el turismo, el transporte, el comercio minorista, la construcción o la industria.
También el negocio de la comunicación, severamente perjudicado por el descenso en la inversión publicitaria: según el último informe de TREND SCORE España, el gasto de los anunciantes cayó al cierre de 2020 un 32 % en prensa y revistas, un 26,2 % en radio y un 25,3 % en televisión, con unas previsiones para 2021 no tan acusadas, pero sí de inercia descendente.
Grandes pérdidas económicas
En su conjunto, la crisis sanitaria ha lastrado la industria de la comunicación con pérdidas de 2 100 millones de euros en capitalización bursátil por el desplome de la publicidad, y sus consecuencias resultan evidentes: ninguno de los grandes grupos de medios españoles figura ya en el IBEX 35. Su devaluación económica es catastrófica: acciones y beneficios se han derrumbado en los casos de Atresmedia (ha perdido el 37 % de su valor), Mediaset (la caída ha sido del 21,4 %) o PRISA (desciende un alarmante 71,6%).
Paradójicamente, y pese a tan desalentadoras cifras, la comunicación se ha fortalecido y multiplicado, expandido y reinventado, ha llegado a más rincones del planeta que nunca. Se han detenido las economías, pero la comunicación ha viajado como nunca a través de todos y cada uno de los canales posibles: ha conectado a las personas y combatido una epidemia global que nos obligó a recluirnos como nunca en nuestra historia reciente.
La comunicación ha conseguido vencer casi todas las restricciones, y muchas personas aisladas han podido conectarse con su familia o amigos a través de los dispositivos digitales. La comunicación se ha impuesto a una pandemia que ha dejado a la humanidad en jaque y ha desafiado la soledad de un encierro global demostrando su valor emocional y social. En contra de lo que pudiera parecer atendiendo a los datos, la crisis ha reactivado el papel de los medios de comunicación como mediadores legitimados en el discurso noticioso.
Confianza y credibilidad
El recién publicado Digital News Report 2021 muestra como uno de sus más destacados resultados que las principales marcas periodísticas en España gozan de buena credibilidad y que los medios informativos son percibidos con confianza por parte de la ciudadanía.
Así lo ratifica también un estudio en torno al consumo de los universitarios durante la pandemia, Fake News Reaching Young People on Social Networks: Distrust Challenging Media Literacy, que revela cómo los jóvenes se informan a través de las redes sociales pese confesar que son los medios tradicionales (ATL) los que les merecen una mayor confianza.
La reinvención del periodismo en la era de la desinformación
Los abrumadores números rojos en el balance de la industria no impiden consignar algún resquicio positivo: el entorno online ha sumado peso en audiencia, alcance y rentabilidad comercial. También las redes sociales ganaron ocho millones de usuarios en apenas un año, si bien por esas ventanas se ha expandido de forma incontrolada la denominada “infodemia”, una marabunta de informaciones capaz de provocar un desorden sin precedentes a escala mundial.
En este contexto de mediatización y de cada vez más poderosas fórmulas de participación ciudadana, los medios se hallan ante una oportunidad idónea para la transformación del periodismo y la búsqueda de las audiencias jóvenes a las que debe atender con lenguajes y herramientas adaptadas a sus hábitos y demandas: innovación en formatos narrativos e interactivos, integración nativa en las redes sociales e impulso de contenidos sonoros que aprovechen el potencial de los interfaces de voz y la eclosión del pódcast o el audio social.
Resulta innegable que la comunicación se ha erigido en un vector, y que la convergencia tecnológica y cultural, que ha redefinido las lógicas de creación y distribución, precisa de nuevas habilidades para afrontar esta transformación con una mentalidad proactiva. A la frenética circulación de datos tergiversados con la única pretensión de polarizar y debilitar la cohesión social solo se puede replicar con la recuperación de la esencia del periodismo, con su necesaria función e ineludible responsabilidad.
Todas estas cuestiones se desarrollan en el monográfico Cartografía de la comunicación postdigital: Medios y audiencias en la sociedad de la Covid-19, un análisis de los desafíos del ecosistema mediático contemporáneo a cargo de 26 académicos e investigadores que se acaba de publicar.
Ana Pérez Escoda, Profesora-Investigadora de Comunicación Digital, Departamento de Comunicación, Universidad Nebrija
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.