Periodismo carroñero
Con tristeza, debo admitir que a veces me siento avergonzada del ejercicio periodístico que se lleva a cabo en Cartagena. Aunque no todos los colegas se comportan así, son muchos los que han convertido la labor periodística en una cocina de chismes y tergiversaciones acerca de lo que ocurre en nuestra ciudad.
Algunos colegas actúan como sicarios de la información, amenazando a través de sus medios y cuentas (portales, radio, televisión, Twitter, Facebook, etc.) con atacar fuertemente a ciertos personajes públicos, utilizando información distorsionada y manipulada en su beneficio. Todo esto sucede cuando el individuo señalado no genera beneficios para el comunicador.
El ejercicio periodístico y la comunicación tienen la responsabilidad de contribuir a la construcción de una sociedad cívica, tolerante y basada en valores, mediante los productos comunicativos que producen.
Sin embargo, muchos periodistas locales utilizan su “posición de poder” en los medios con audiencia para exigir beneficios personales o monetarios. Los políticos y figuras públicas locales, por su parte, prefieren “mantener contento” al sicario de la información para evitar ser atacados con críticas injustificadas, matoneo mediático y noticias tergiversadas.
Es aquí donde comienza el ciclo de corrupción periodística. La figura pública hace una “contribución voluntaria” al medio o al comunicador, o les consigue pautas publicitarias de la institución a la que pertenece.
También ocurre lo contrario: cuando un político comete un error grave, muchos periodistas salen a defender lo indefendible, confundiendo a la ciudadanía con información manipulada o simplemente guardando silencio y haciendo como si nada hubiera pasado.
Pero si el personaje público caído en desgracia no “mantuvo contentos” a los periodistas corruptos mencionados anteriormente, entonces todos se le lanzan encima para despedazarlo como buitres a una presa muerta.