Medio Ambiente

Consumo de forraje mejoraría huella de carbono en leche

Así mismo, las prácticas de manejo que conducen a aumentar la producción de leche por vaca, la digestibilidad de la pastura y la eficiencia del hato ayudan a reducir todos los gases de efecto invernadero (GEI).

Así lo evidenció Erika Luciana Gómez, magíster en Producción Animal de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien señala que el aumento de consumo de materia seca conseguida a partir de suplementos alimenticios genera mayores huellas de carbono que cuando esta se logra con la pastura.

Explica que “el consumo total de materia seca, en la que están las fibras, proteínas, grasas, minerales y vitaminas, logrado a partir de una alta inclusión de suplementos en la dieta, genera mayores emisiones de gases de efecto invernadero por kilo de leche corregida por grasa y proteína”.

La huella de carbono es la estimación de todos los GEI emitidos en el ciclo de vida de un producto. En este caso se realizó la determinación de la huella de carbono de la leche, teniendo en cuenta que la ganadería contribuye a tales emisiones en todo el mundo.

La investigadora indica que “la huella de carbono es un instrumento de toma de decisiones tanto para el productor como para los consumidores, quienes eligen cada vez más productos que generen menor impacto al medioambiente”.

Reitera que una reducción de esta en sistemas pastoriles es posible aumentando tanto el consumo y la digestibilidad de la pastura como la proporción de animales en ordeño, y reduciendo el uso de alimentos producidos fuera de la finca.

Para el estudio se realizó una muestra en 39 fincas lecheras de Ubaté con representatividad geográfica en este municipio de Cundinamarca. La huella de carbono se estimó por medio de un análisis de ciclo de vida, teniendo en cuenta las entradas, el proceso de producción en la finca y la producción final.

La Provincia de Ubaté es considerada como una de las principales regiones lecheras del país, con una producción cercana a los 255 millones de litros de leche al año, que representan el 4 % de la producción nacional (6.700 millones de litros año), cuenta con una población bovina estimada en 116.146 animales, de los cuales unos 57.000 son vacas en ordeño.

“El análisis involucró la contabilización de las emisiones de los insumos –como fertilizantes, alimentos y todas aquellas materias primas que ingresaron a la finca– la cual es dispendiosa en la medida en que se involucran muchos factores para llegar a ella”.

También se hizo un monitoreo constante durante seis meses de manejo de la pasturas, del consumo de los animales, de la producción de leche, de los consumos de alimentos, de los fertilizantes, de las entradas de las materias primas a la finca.

La información requerida para el cálculo se recolectó por medio de una encuesta al productor y de mediciones directas en campo. Se determinó el peso de los animales, la composición de la leche y la calidad nutricional de las pasturas y su digestibilidad.

El consumo de forraje de cada vaca se estimó por método agronómico midiendo oferta y rechazo de la pastura. Las fincas se agruparon según su huella de carbono utilizando las técnicas de análisis de componentes principales y de conglomerados.

“Identificamos algunas prácticas de manejo en finca que pueden disminuir la huella de carbono de la leche, las cuales están relacionadas con el desempeño animal y las estrategias de alimentación”, comenta la investigadora.

Agrega que “la valoración de las herramientas tecnológicas como estrategia para disminuir la huella de carbono se debe hacer dentro de una misma finca o en un conjunto de fincas con características agroecológicas similares”.

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