Medio Ambiente

Colombia debe superar etapa de rellenos sanitarios

Este sistema de depósito final de las basuras impacta el medioambiente y los terrenos que los albergan, por el deterioro del suelo y del agua, además de las emisiones contaminantes generadas por la descomposición de la materia orgánica, que van a la atmósfera. La falta de una buena cobertura también produce vectores y difíciles condiciones sanitarias.

Así lo afirma el profesor Óscar Suárez, de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Bogotá, quien considera que la situación de este sistema es “crítica” por la poca cultura de reciclaje del país, pero principalmente por la falta de voluntad política para implementar modelos alternativos de disposición que le generen más beneficios a la población y a su ecosistema.

Según el informe más reciente de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios y del Departamento Nacional de Planeación (DNP), la cifra de toneladas de residuos sólidos domiciliarios dispuestos en 2015 alcanzó las 9.967.844 toneladas, las cuales fueron llevadas a 227 sistemas de disposición final, así: 147 rellenos sanitarios, 20 celdas transitorias, 11 celdas de contingencia, 46 botaderos a cielo abierto, 2 enterramientos y un cuerpo de agua.

El informe también concluyó que el 96,8 % de las toneladas de residuos sólidos generados en 2015 fue dispuesto en rellenos sanitarios.

Según el profesor Suárez, en Colombia técnicamente es difícil encontrar sitios adecuados para ubicar un relleno sanitario porque “tiene terrenos ricos, de mucho acuífero, de parques naturales y de zonas de amortiguamiento, por lo que el país debería decir: cero rellenos sanitarios”.

También señala que aplicando el Decreto 838 de 2005 –que tiene por objeto “promover y facilitar la planificación, construcción y operación de sistemas de disposición final de residuos sólidos, como actividad complementaria del servicio público de aseo, mediante la tecnología de relleno sanitario”–, un grupo de investigadores de la U.N. se dio a la tarea de analizar qué zonas de Bogotá serían las óptimas para ubicar un relleno sanitario, y concluyó que en la capital del país “no hay ningún sitio hábil para esto, ni siquiera Doña Juana ni Mondoñedo”.

“En Doña Juana hay problemáticas de remoción en masa y Mondoñedo está sobre una zona de recarga de acuíferos que la norma señala como prohibido para este uso”, manifestó.

Alternativas

“El país podría implementar diferentes alternativas de tecnología térmica para la disposición final residuos sólidos, que no tengan un impacto tan negativo para la población y su ecosistema como el generado por los rellenos sanitarios”, señala el profesor Suárez.

En su opinión, la principal alternativa para superar la “crítica” situación de los rellenos sanitarios es fortalecer las campañas de reciclaje y crear en la ciudadanía una mejor conciencia sobre el impacto que genera el mal manejo de los residuos sólidos. No obstante reconoce que estas iniciativas no han mostrado mejores resultados por los “problemáticos” programas de recolección de basura, “que no despegan por falta de voluntad política”.

Por eso plantea que el país debe pasar de rellenos sanitarios a tecnologías térmicas, una de las cuales es el proceso de digestión anaeróbica, mediante el cual se puede potenciar la generación de metano.

Otra tiene que ver con la incineración directa, en la que los residuos sólidos se vierten en una tolva para separarlos y luego incinerarlos, “sistema mediante el cual se obtiene energía eléctrica”, explica el académico.

“Además se podrían implementar tratamientos térmicos como la gasificación o la pirolisis, que generan otros productos beneficiosos para el país; o como el que se aplicó en Ciudad de México, donde los residuos sólidos se aprovecharon en hornos cementeros”, asegura.

El profesor indica que para el caso de Bogotá, el grupo de investigadores le propuso al Concejo dividir el territorio en tres áreas (sur, centro y norte) para ubicar en cada una de ellas incineradores o tratadores con capacidad para la cantidad de toneladas de residuos sólidos que se produjeran únicamente en cada zona.

“Eso implica que ya no sería necesaria una extensa área para un solo relleno, sino una bodega en cada zona, en la que se separen e incineren los residuos. De esta manera los trayectos de los camiones recolectores podrían ser menores: se gana tiempo, frecuencias, rutas y vehículos que podrían servir para implementar mejor el proceso de reciclaje”, puntualiza.

Finalmente el profesor Suárez afirma que el futuro de la disposición final de residuos sólidos es “complejo” teniendo en cuenta que aunque existen distintas alternativas no hay políticas públicas claras por parte de los gobernantes locales y falta normatividad por parte del Estado.

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