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Ciudad Bolívar no segrega a víctimas del conflicto

El abandono estatal a los desplazados por la violencia los obliga a asentarse en una territorialidad en la que no se sientan excluidos. Por eso, en esta localidad de Bogotá las personas que huyeron reconstruyen territorio hacia el cerro, porque les recuerda sus tierras.

Para Javier Aguilar, magíster en Geografía de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), este fenómeno es importante porque las personas crean nuevos espacios desde lo corporal, el hogar, el barrio, la localidad y la ciudad.

“Para ellos la urbe es Ciudad Bolívar, y zonas rurales como Mochuelo, Pasquilla y Quiba significan una remembranza de lo que fue su vida antes, por ello se ubican en el cerro y desde allí observan lo que ahora significa vivir en Bogotá”.

El proceso de esa reconstrucción que muchas veces comienza en ceros trae desigualdades como no tener hogar ni sustento económico, y sí tener problemas de salud y psicológicos. El primer acercamiento en lo corporal es importante porque ellos mismos quieren definirse como víctimas, y no que lo haga el Estado, pues este simplemente les pone un nombre y los clasifica.

Según el investigador, “en la institucionalidad les dicen: ‘ustedes son víctimas y su condición es acorde con lo que nosotros decimos’. Esa es una situación que los ha afectado y los sigue afectando. Ellos son víctimas y el término no es transitivo, es algo que permanece en el tiempo”.

En cuanto al hogar, el proceso se vive de una manera diferente: cuando llegan a Ciudad Bolívar se empieza a generar un duelo de todo lo que sucede. Los roles hombre-mujer se transforman: las mujeres son importantes en ese momento y más en el hogar, porque “son más llamadas a los espacios, a compartir sus lugares; ellas abren sus casas para que todas las personas en sus mismas condiciones puedan compartir con ellas, no existe segregación”.

En cambio los hombres se encierran en el hogar y tienen sentimientos de territorialidad al sentir que como grupo merecen formar parte de algo: “aflora un reconocimiento de autoconstruir, de decir ‘aquí vamos reconstruir para bien o mal’. Ellos sientan una voz de que también son ciudadanos, que tiene derechos, que otras personas no les están dando, por eso van a hacer territorialidad”, explica el especialista.

Estigmatización de la localidad

Los habitantes víctimas que se han formalizado entre los cerros de Ciudad Bolívar son conscientes del rechazo del barrio y lo contrastan con el sentido de pertenencia con los vecinos y en el emprendimiento colectivo de que en ese lugar ellos puedo construir muchas cosas.

Es allí donde el conflicto interior aparece en forma de reclamo: “por qué me tocó vivir aquí, por qué para los hombres es más difícil conseguir trabajo; para las mujeres es un poco más fácil, aunque mal pagado”.

“Con la localidad se vive la estigmatización, pues por el hecho de vivir allí no les dan trabajo, y su reclamo es que ellos también forman parte de la comunidad y de la ciudad”, puntualiza Aguilar.

Esta investigación se desarrolló en un año y medio de convivencia con 35 familias desplazadas que encontraron un espacio en Ciudad Bolívar.

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