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“Estamos en aguas desconocidas”, dijo Grossi ante el control de submarinos nucleares del pacto Aukus

El reciente acuerdo Aukus le genera una tarea sin precedentes al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que deberá inspeccionar los submarinos nucleares que Estados Unidos le vendió a Australia para controlar que el material enriquecido usado como propulsión de la nave no sea desviado para construir un arma, respetando a su vez la confidencialidad de los operativos militares.

“Estamos todos navegando en aguas desconocidas, usando una analogía naval”, explicó a Télam el director general de la agencia de la ONU, el argentino Rafael Grossi, ante lo que calificó como un “tema delicado”.

Estos submarinos utilizan como energía un reactor con material enriquecido aproximadamente en un 90%, lo que supone niveles “casi bélicos”, precisó el diplomático argentino.

“Si bien la propulsión naval nuclear no es un desarrollo bélico en sí misma, exige una aproximación por parte de las inspecciones específica y que nunca se ha hecho”, continuó.

“Hay que diseñar un sistema de inspección ad hoc que compatibilice dos factores. -propuso- Por un lado el requerimiento de no proliferación, es decir, que nosotros podamos confirmar que no se está desviando material para esconderlo y hacer una bomba, y por otro, la obvia y legítima confidencialidad que rodea la operación de un submarino nuclear militar”.

“Hay que buscar el punto de encuentro entre a dos cosas y esa va a ser la tarea que vamos a tener que iniciar dentro de poco”, explicó y adelantó que ya habló sobre esto con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, y el primer ministro australiano. Scott Morrison.

A mediados de septiembre, Estados Unidos, Reino Unido y Australia anunciaron un nuevo pacto de defensa, denominado Aukus (por las iniciales en inglés de los tres países) con el objetivo no declarado pero evidente de neutralizar el poder de China en el Indo-Pacífico.

La adquisición de los sumergibles por parte de Australia marca la primera vez que un Estado sin armas nucleares adquiere submarinos de propulsión nuclear y genera el temor que otros países hagan lo mismo en una zona conflictiva.

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