Medio Ambiente

Bosques andinos crecieron con grandes árboles que no eran del trópico

En la parte más alta de las montañas, los bosques andinos se estructuraron con grandes árboles que llegaron de zonas frías de Norteamérica y del sur del continente, lo cual hizo que se constituyeran en almacenes de carbono tan importantes como los bosques de la Amazonia o el Chocó, que se deben conservar para mitigar el cambio climático.

La colonización de los bosques andinos por árboles de gran estatura de otros sitios es uno de los hallazgos del primer capítulo de la tesis de doctorado en Ecología de Sebastián González Caro, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín, publicado el pasado 6 de julio en la revista Ecology.

Según el doctor González Caro, hace varios millones de años los Andes no existían: “en Colombia hace más de 10 millones de años no había montañas; las que conocemos se empezaron a levantar y generaron los gradientes de elevación que vemos hoy, y las especies de árboles que llegaron a las partes altas podían provenir de zonas cálidas como la Amazonia, pero probablemente el frío las afectaba mucho”.

Por eso consideró la segunda posibilidad: “que provinieran de zonas frías del sur de América, Argentina o Chile, o partes frías del norte como Estados Unidos, o zonas templadas que tenían adaptaciones al frío y colonizaron esas partes altas de la montaña”.

Para el investigador, “aunque esa idea existía en la literatura, nunca se había incluido dentro del estudio de la biomasa o del carbono en los árboles; resultó que en las partes altas de la montaña las especies que más aportan biomasa no se originaron acá en el trópico, sino que llegaron de zonas frías y colonizaron la alta montaña”.

Se evidenció que árboles como el roble andino (Quercus humboldtii) y otras especies muy grandes, que están a más de 2.000 m de altura, son las principales contribuyentes de biomasa o carbono en las partes altas de las montañas.

“Eso es bien particular, porque se cree que solo en los bosques de tierras bajas –como la Amazonia o los del Chocó– es donde hay árboles muy grandes. Pero en las montañas también existen, con un alto potencial como almacenes de carbono y contribuyen significativamente a la regulación del ciclo de carbono y del cambio climático”, dice el investigador González Caro.

Los bosques de montaña tienen árboles muy grandes y potencialmente pueden llegar a almacenar mucho más carbono que otros como los amazónicos, lo que los hace muy importantes para mitigar el cambio climático a futuro, afirma el académico.

En el trabajo se explica que las zonas extratropicales son frías y climáticamente similares a una montaña en la parte alta; por ejemplo, la temperatura de Argentina es muy parecida a la de Bogotá, entonces si un árbol se originó en esa parte del sur y se mueve hacia las montañas, puede rastrear su clima y condiciones térmicas donde mejor se desempeña, de ahí la posibilidad de que llegaran desde esa zona hasta las altas montañas colombianas.

Estos “movimientos biogeográficos” se dan durante miles o millones de años; “por ejemplo el surgimiento del istmo de Panamá posibilitó el paso de algunas especies del norte hacia el sur”, agrega.

“El roble andino probablemente proviene del hemisferio norte y solo está en Colombia; es de un grupo de especies muy diverso de Estados Unidos que vinieron bajando, y la única especie de Suramérica solo está en Colombia, es muy emblemática de las montañas de Colombia: los robledales”, detalla el investigador.

Pero la migración de árboles no fue solo del norte sino también del sur; muchas especies migraron del Cono Sur hacia las partes altas de la montaña, como los encenillos (Weinmannia)“Ellos son los que realmente le dan la estructura y la forma a la mayoría de los bosques andinos, son los principales o los más dominantes”, agrega.

“Aunque nos imaginamos que los bosques de montaña son muy pequeños, allí hay unos muy grandes, solo que la mayoría han sido deforestados. En zonas lejanas como el Parque Nacional Natural de los Guácharos hay una gran población de robles negros (Colombobalanus excelsa) de 40 o 45 m de altura a unos 2.000 msnm, y la capacidad que tienen esos bosques de almacenar carbono es superior a la de los amazónicos”.

Por eso concluye: “debemos conocer más nuestros bosques de montaña, es muy importante conservarlos como un factor que contribuye a la mitigación del cambio climático; los bosques andinos son un sumidero de carbono importante, especialmente las especies originadas fuera del trópico y adaptadas al frío. Son bosques muy grandes y muy importantes que vale la pena conservar y restaurar”.

https://esajournals.onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1002/ecy.3131

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