Desde lo simpleOpinón

“No opines, calladita y sumisa te ves más bonita”

En diciembre se difundió el vídeo del discurso de Madonna cuando recibió el premio Mujer del Año de la revista Billboard. En ese momento, escribí algo al respecto, lo borré, lo volví a escribir y al final quedó inconcluso y sin publicar. Tenía pensamientos encontrados y me preocupaba un poco qué dirían si expresaba abierta y contundentemente mis opiniones. Me preocupaba qué dirían las mujeres que me rodean y, sobre todo, qué dirían los hombres de mi entorno.

Sin embargo, en los últimos dos meses, he tenido varios desencadenantes que me han llevado a retomar lo que ya había comenzado a escribir. Formo parte de un grupo de WhatsApp con mis excompañeras de colegio, en el cual compartimos reflexiones, vídeos, imágenes y chistes, como en cualquier otro grupo de este tipo en WhatsApp.

En mi opinión, existe una realidad innegable: las mujeres vivimos en un entorno hostil a día de hoy. Aunque nos encontramos en un mundo “moderno” en el que se supone que nuestras libertades son respetadas y legalmente tenemos los mismos derechos que los hombres (al menos en gran parte del hemisferio occidental), el machismo sigue siendo muy predominante en nuestra sociedad. No solo se manifiesta en los terribles casos de femicidio que ocurren a diario, sino también en el día a día mediante comentarios “inocentes” y las enormes barreras que debemos superar tanto en el ámbito profesional como personal simplemente por ser mujeres.

Recientemente, una compañera compartió un chiste que no me agradó, ya que es un claro ejemplo de un machismo mordaz disfrazado de humor, pero que en realidad refuerza el estereotipo de que las mujeres somos brutas e inútiles.

Me inquietó especialmente que una mujer compartiera ese chiste, ya que para mí es como un autogol, una perpetuación de la visión que nos intentan vender a nosotras mismas, la cual nos dice: “No estás a la altura intelectual de los hombres”

Una de las cosas que más me aterra del machismo actual es que, en muchas ocasiones, proviene de las propias mujeres. Somos nosotras mismas quienes lo fortalecemos, lo propagamos y le agregamos ese toque “humorístico e inocente” que definitivamente no tiene.

El chiste en cuestión es el siguiente:

En un helicóptero volaban el piloto y una pasajera. El piloto sufre un ataque al corazón y muere.

La pasajera toma la radio y hace una llamada de auxilio:

  • ¡Socorro, auxilio, el piloto tuvo un ataque al corazón y está muerto! ¡Por favor ayúdenme!

Enseguida una calmada voz en el radio contesta:

  • Le habla el controlador de tráfico aéreo, le oigo fuerte y claro. Yo la guiaré y le ayudaré a regresar a tierra. Ahora respire profundo. Solo necesito que me dé su altura y posición.
  • Mido 1.68 y estoy sentada
  • Repita conmigo: ¡Padre nuestro que estás en el cielo…!”

En este chiste, se muestra a las mujeres como estúpidas e incapaces de comprender que el controlador aéreo está solicitando información sobre la altitud y las coordenadas. ¿Por qué no se trata de un pasajero masculino? Ah, porque se supone que TODOS los hombres tienen conocimientos de aviación y que esos son conocimientos demasiado “complejos” para las mujeres.

Pienso que los conocimientos de aviación son adquiridos por aquellas PERSONAS que estudian el tema de manera profesional o aquellos que se interesan por él y realizan lecturas e investigaciones al respecto. Esto es independiente a si es hombre o mujer. La mayoría de los pasajeros, sin importar su género, no sabemos cómo funciona la cabina de un avión o helicóptero ni dónde encontrar información sobre altitud y coordenadas. Todas las personas somos capaces de seguir instrucciones, aunque en situaciones de peligro algunos son más hábiles que otros, pero esta habilidad no la otorga si tienes vagina o pene.

¿No hay pilotos mujeres? ¿No hay controladoras aéreas? Por supuesto que las hay. Ese no es un terreno exclusivo para los hombres. No existen áreas del conocimiento que sean exclusivas para ellos.

A muchas de mis compañeras les pareció muy gracioso el chiste y se molestaron cuando expresé mi opinión en el chat diciendo: “ese chiste es machista”. Lo tomaron como algo personal. Sé que las opiniones siempre incomodan. Es más “divertido” y fácil ser parte de la masa, y si no te ríes de esas “pequeñas cosas de la vida”, eres considerada una amargada.

¡WTF! Ese chiste no me resultó divertido en absoluto. No me identifico con esa representación de una mujer tonta y ridícula, incapaz de seguir instrucciones o comprender lo que el controlador le preguntaba. Yo no soy ese tipo de mujer, ninguna de nosotras lo es. Sin embargo, a lo largo de la vida, muchas han llegado a creer en la historia de la superioridad masculina sobre nosotras.

Después nos preguntamos: ¿por qué vivimos en una sociedad machista? Somos nosotras mismas, cuando compartimos este tipo de contenido, quienes reafirmamos los conceptos que nos ridiculizan y nos presentan como brutas.

Recuerdo un día en una reunión en la que también sentí el machismo desenfrenado, ese machismo que te dice “calladita te ves más bonita” y que te tacha de insolente si no estás de acuerdo con la mayoría masculina.

En esa reunión, discrepé sobre la publicación de un vídeo, ya que carecía de contenido y podía generar rechazo en el público. Tengo argumentos, cifras y datos para respaldar mi opinión de que ese vídeo no es apropiado. No hace falta decir que el responsable de dicho vídeo es un hombre.

Nunca antes había criticado un vídeo realizado por esa persona. En esa reunión, intenté exponer de manera profesional y técnica por qué consideraba que ese vídeo no debería ser utilizado, pero no se me permitió expresar adecuadamente mis argumentos profesionales. Cada vez que intentaba exponerlos, generaba malestar y prácticamente me callaron. Sin embargo, al hombre que había realizado el vídeo se le permitió extenderse sobre el tema, y en su intervención ilustre se atrevió a refutarme no con argumentos profesionales, sino desde una perspectiva personal y machista, dirigiendo un ataque directo hacia la opinión femenina.  Y nadie lo calló, él a sus anchas y mostrando poder dijo lo que quiso.

No se me permitió seguir expresando mi opinión sobre el tema. De manera violenta, me obligaron a guardar silencio. Sí, violenta, porque la violencia no se limita solo a la física y verbal, también existe la violencia psicológica, donde se aplica el concepto de “calladita y obediente (sin derecho a réplica), te ves más bonita; esa es tu posición como mujer”.

Otra reciente e inolvidable muestra de machismo se dio cuando sustente mi tesis de maestría. Los profesores evaluadores (todos hombres) consideraron mi idea y mi trabajo como “excéntricos” solo por ser diferentes a lo habitual. Por ser una mujer presentando una idea poco común, me tildaron de excéntrica. Sin embargo, cuando un hombre presenta una idea poco común, es considerado un profesional innovador y arriesgado.

Me identifico plenamente con cada palabra que Madonna expresó en su discurso, porque representa la pura y cruda verdad. He vivido y sentido el mismo machismo que ella, aunque en menor escala y en diferentes circunstancias. También he escuchado frases como “no puedes hacerlo”, “no debes hacerlo”, “no eres capaz porque eres mujer”, “eso no es para chicas”. Lamentablemente, incluso he oído a mujeres decirle esto a otras mujeres. Afortunadamente, mi madre me enseñó que ser mujer no me limita, no me impide, no me hace sumisa, y que no debo tener miedo de expresar mi desacuerdo. Ella me enseñó a no encajar en estereotipos.

Cuando eres mujer, tienes cosas que no te son permitidas, no eres bien vista y te etiquetan como rebelde, insolente, conflictiva, problemática, excéntrica o rara. Lo peor es que no solo son los hombres quienes te catalogan de esta manera, sino también tristemente las propias mujeres sumidas en la cultura machista. Tus congéneres rechazan a una mujer que se siente, actúa y defiende su posición de igualdad en una sociedad dominada por los hombres.

Y esto se puede ver claramente en el mismo video de Madonna. Ella comienza hablando en voz alta y adoptando una postura física masculina con las piernas abiertas. Las mujeres presentes se ríen a carcajadas, como si Madonna estuviera haciendo payasadas. Cuando ve las múltiples risas, ella dice “¿En serio?”, esa expresión de ella fue un: ¿Es realmente gracioso que no adopte una postura “femenina”? Madonna continúa con una frase audaz que desafía la sensibilidad moralista, en la cual es mal visto que una mujer sea irreverente y una vez más, la ridiculizan y se cubren la cara con las manos. Ella comenzó de esa manera a propósito para poner a prueba el machismo defendido por las propias mujeres.

He adorado a Madonna desde siempre, amo su irreverencia, su fuerte personalidad y su actitud de “me valen tres tiras lo que pienses si tus opiniones carecen de argumentos y se basan en juicios de valor”. Amo su capacidad de demostrar a lo largo de su carrera que nunca se ha dejado someter en este mundo dominado por hombres.

Madonna, junto con otras mujeres (que no pertenecen al mundo de la cultura pop), me inspiran diariamente, como mi madre, Isabel Allende, Coco Chanel, Simone de Beauvoir, J.K. Rowling, Dolores Ibárruri, Hedy Lamarr y Benazir Bhutto, entre muchas otras. Debemos buscar mujeres que nos inspiren, desde nuestras madres y abuelas hasta vecinas y celebridades. Mujeres que no propaguen, compartan ni se sometan a la cultura machista. Debemos mantenernos firmes, defendiendo siempre nuestra posición como mujeres en el mundo.

Aunque estemos en el siglo XXI, aún no hemos logrado que la sociedad respete nuestra igualdad como seres humanos. Hoy en día no nos lapidan en la calle como en siglos anteriores, pero nos ridiculizan cuando demostramos nuestras capacidades.

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