Conciencia social sobre la información que compartimos
Pedirle a la gente que no comparta información de manera irresponsable es como arar en el desierto; se molestan y siempre responden con los mismos argumentos: “Por si acaso” o “mejor prevenir que lamentar”. En realidad, no logran dimensionar el daño social que causa la distribución de información falsa, no oficial e imprecisa.
Tratar de evitar que esto continúe y concientizar a la gente para que comparta la información de manera responsable es una batalla que diversas organizaciones han asumido a nivel mundial, liderada a nivel nacional por el periódico El Tiempo.
La semana pasada, las personas en general compartieron de manera desenfrenada un enlace sobre una supuesta promoción que regalaba boletos de Avianca; miles de personas hicieron clic en el enlace y resultó ser un virus que afectó a todos los que ingresaron al enlace. Leer aquí.
Este incidente se convirtió en titular de noticias en los principales medios a nivel nacional debido a su masividad.
Hechos como este evidencian la magnitud de la “epidemia” que se ha generado a raíz de la acción de compartir información en redes sociales y WhatsApp.
Las personas comparten de manera incesante todo lo que reciben, sin hacer un filtro previo a la información recibida.
Leen por encima y no les importa si la información no es oficial, simplemente replican lo que reciben tal como lo han recibido.
Diariamente, a través de WhatsApp, recibo imágenes y textos que supuestamente provienen de la Policía, el Ministerio de Salud y otras instituciones públicas. Esta información, por supuesto, no es oficial ni ha sido emitida por dichas entidades.
Estos mensajes contienen información que puede generar alarma sobre la seguridad y la salud de la población, siendo falsa, basada en mentiras y especulaciones. Sin embargo, de manera irresponsable, son compartidos una y otra vez.
Esta información falsa no solo afecta a marcas y negocios, sino que también genera alarma pública y puede comprometer la seguridad de los equipos electrónicos, como ocurrió recientemente con el caso de los tiquetes gratis.
Hoy recibí cuatro veces un mensaje que supuestamente provenía del “Ministerio de Salud” alertando sobre productos de Alpina contaminados con Salmonella. Puedes encontrar más información AQUÍ
Hace dos años, tenía la infundada hipótesis de que la distribución irresponsable de información era realizada por personas con poca formación profesional. Sin embargo, esta hipótesis cambió rápidamente para mí, ya que no tiene nada que ver con el nivel educativo.
Simplemente se trata de tener habilidades de comprensión de lectura, pensamiento crítico, una mentalidad analítica y ser conscientes de la responsabilidad que todos tenemos al compartir información. No está relacionado con la edad ni con el estrato social. Una vez escuché a un adolescente de 13 años decirle a su madre: “Mami, esto que me enviaste por WhatsApp es mentira, léelo de nuevo y lo verás“. El joven concluyó pidiéndole a su madre que no enviara más el mensaje. En ese momento, pensé: “Este es uno de los míos” y sentí un gran alivio al darme cuenta de que no es una batalla perdida.
No es tan difícil resistirse a compartir todo lo que nos llega; simplemente debemos evitar reenviar o compartir. Detectar si la información es falsa tampoco es complicado, ya que todas las instituciones emiten comunicados oficiales y los publican en sus cuentas oficiales en redes sociales. Si la información no está ahí, es simplemente falsa.
Ni la Policía ni el Ministerio de Salud enviarán información oficial a través de cadenas de WhatsApp. Una aerolínea no regalará boletos desde una página que no sea la oficial y, antes de hacerlo, llevará a cabo una campaña publicitaria al respecto.
No cuesta nada leer con atención y analizar un poco antes de distribuir información. Tenemos la obligación social de ser responsables en cuanto a la información que compartimos.