Turismo

Un mundo maravilloso en el Jardín Botánico de Kew en Londres

Por Christoph Driessen (dpa)

La palmera en el famoso Palm House del Real Jardín Botánico de Kew en Londres mide 15 metros de altura y por eso en los próximos años llegará el momento en que Will Spoelstra la tenga que talar. “De otro modo, puede romper el techo de cristal”, dice este experto en plantas. “Lógicamente es terrible derribar una palmera tan icónica. Se me parte el corazón”.

ARCHIVO – El Palm House del Jardín Botánico de Kew fue construido en los años 1840, en plena era victoriana. Foto: Christoph Driessen/dpa

Para los aficionados a las plantas de cualquier tipo, no hay nada mejor que este jardín botánico londinense. Es el jardín de los jardines: un gigantesco recinto parquizado con enormes invernaderos de la época de la reina Victoria (1819-1901).

ARCHIVO – Kew Gardens es una instalación botánica gigantesca con varios invernaderos, algunos de ellos de dimensiones enormes. Foto: Christoph Driessen/dpa
ARCHIVO – En la casa de los lirios de agua del Jardín Botánico Pew suele suceder que algún visitante desaprensivo trate de llevarse alguna de estas espléndidas plantas. Foto: Christoph Driessen/dpa

Para esa época, en la que el imperio británico abarcaba un cuarto del mundo, los botánicos del Kew se propusieron crear a su vez un imperio vegetal. Todas las especies iban a estar representadas en esos mundos artificiales calefaccionados e irrigados bajo el cielo generalmente nublado de Londres.

ARCHIVO – La delicada escalera de caracol es un legado nostálgico del siglo XIX. Foto: Christoph Driessen/dpa

El imperio hace tiempo que pasó a la historia, pero las aspiraciones de los botánicos del Kew se mantuvieron. Solo la colección de orquídeas -la más antigua del mundo- cuenta con más de 5.000 especies.

“Hoy en día ya no es posible mostrar todas las especies del mundo, pero aún tenemos la ambición de exponer una parte relevante”, comenta Will Spoelstra. Más allá de eso, el Millennium Seed Bank es una parte importante del jardín. “Allí almacenamos semillas”, en lo posible, de todas las especies de plantas de la Tierra, acota.

Una visita a los invernaderos es una experiencia para todos los sentidos. Uno abre la puerta y se encuentra en otra zona climática. Calor húmedo y aroma de flores rodean a los visitantes. Un fino velo de lluvia cae del cielo de hojas.

Las escaleras de caracol victorianas aportan un toque de nostalgia. Llevan hacia arriba, a las galerías debajo del techo de cristal, desde las cuales los visitantes también pueden observar la cima de las palmeras más altas.

El Palm House es el reino de Will Spoelstra. Es considerado el invernadero más antiguo del mundo. La construcción de acero y vidrio fue levantada en los años 1840. Fue el primer invernadero de este tamaño: 110 metros de largo, 30 metros de ancho y 19 metros de alto. Spoelstra, de 32 años, es el supervisor.

Pero el habitante más antiguo es aún más viejo que el edificio: se trata de una Encephalartos altensteinii, una cica espinosa, que en 1773 fue puesta en una maceta en Sudáfrica por el primer “cazador” de plantas del Kew, Francis Masson (1741-1805) y que llegó al jardín botánico en 1775. Desde entonces, nunca abandonó el recinto y hoy es considerada la planta en maceta más antigua del mundo.

ARCHIVO – Will Spoelstra es supervisor del Palm House del Jardín Botánico de Kew en Londres. Su día transcurre en la selva tropical bajo techo de vidrio. Foto: Christoph Driessen/dpa

“Me encanta trabajar, por así decir, en la selva tropical y me interesan muchísimo las palmeras”, señala Spoelstra. “Me parece que son muy especiales, muy majestuosas y casi como diseñadas por un escultor”. Muchos visitantes le piden consejos para sus propias plantas.

Pero a veces el botánico se tiene que ocupar también de visitantes menos amables: “Hay gente que de vez en cuando intenta llevarse algo, por ejemplo, en la casa de los lirios de agua. Tenemos que estar atentos a eso”.

En los próximos años está prevista una renovación de la Palm House, así como ya se hizo con la Temperate House, el mayor invernadero aún preservado del siglo XIX. La edificación tiene ahora un aspecto espléndido, pero las plantas allí expuestas son más pequeñas que hace algunos años y aún deben volver a crecer. En gran parte fueron podadas y desechadas.

El mismo destino espera a las palmeras de Will Spoelstra: Las más grandes ya no podrán ser salvadas. “Eso será duro”.

dpa

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