Medio Ambiente

Páramo de Frontino evidencia cambios de clima y vegetación

La flora que existió hace 17.500 años en este páramo no era la misma que se halla hoy.

Al final de la última glaciación, la línea superior del bosque estuvo 800 metros más abajo, y en el sitio de estudio –a 3.450 msnm– dominaron plantas de páramo y superpáramo, y el bosque estaba dominado por helechos arborescentes y Podocarpus.

Estos son los resultados de una investigación paleoecológica liderada por César Augusto Velásquez, profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional (U.N.) Sede Medellín.

El académico expone que a principios del Holoceno (hacia el año 10.000 a. C) el bosque subió incluso por encima del nivel a donde se encuentra ahora –a 3.200 msnm–, disminuyó el páramo y dominaron los robledales, lo que refleja cambios marcados en la temperatura.

“El hecho de que los registros no empiecen sino hasta los 17.500 años es señal de que antes no hubo ningún cuerpo lagunar ni sedimentos, sino que los hielos ocuparon ese espacio”, explica el profesor.

Como parte de la investigación, también se han encontrado evidencias de periodos muy húmedos y otros muy secos en los que la vegetación típica de los humedales cambiaba por completo: “muchos cambios detectados fueron abruptos –ocurrieron en décadas o centurias– y en ellos los humedales se secaron parcialmente o por completo, como en la transición Glaciación-Holoceno”, explica el docente.

Para llegar a estos resultados se adelantó un proceso investigativo que incluyó la búsqueda de humedales en diferentes estados de colmatación, formados desde las últimas glaciaciones y debido a que cuerpos lagunares formados inicialmente por acción del hielo contienen en sus sedimentos gran cantidad de microfósiles de polen, esporas y algas, entre otros, fue posible reconstruir con ellos la flora de épocas pasadas y las condiciones climáticas del momento.

Según el profesor Velásquez, entender esto es crucial para ver cómo varía en el tiempo la línea del bosque y da pautas para determinar el límite superior que se debe proteger de actividades como la ganadería, y la minería, además de otras explotaciones agrícolas que pueden afectar los humedales de los páramos, los cuales abastecen gran parte del agua que se consume en el país.

Fotos aéreas

Para la investigación se estudiaron fotografías aéreas de la zona y se hicieron salidas de campo. Luego, con el punzón de las sondas de acero se perforó el fondo del humedal y se sacaron sedimentos. Las muestras de mayor profundidad en Frontino fueron de hasta 13,5 m, unas de las más profundas que se han hecho en Colombia con sondas manuales.

La herramienta fundamental para estudiar la vegetación y el clima fueron polen, esporas, diatomeas (algas unicelulares microscópicas) y estratigrafía, que es la descripción de los sedimentos.

Las pruebas geoquímicas fueron otra manera de comprobar los resultados, ya que muestran, por ejemplo, las cantidades de hierro, fósforo y titanio. En épocas de lluvia este último es arrastrado por el agua hasta las riberas, pero cuando es temporada seca casi no aparecen, por lo que puede determinar las épocas de mayor o menor precipitación.

También se hicieron las pruebas denominadas “pérdidas por ignición”, que consisten en llevar sedimentos a 100 °C para evaporar el agua y luego a 600 °C para destruir la materia orgánica, con el fin de que solo quede el mineral; esa relación también sirve para conocer los cambios que hubo en la zona.

Otra aspecto muy importante fue la datación, porque indica en qué tiempo se da un fenómeno: “las más precisas que existen para los últimos 30.000 años son las de carbono 14 AMS, que presenta una resolución alta y da cuenta de cuántos años tienen las muestras. Estas últimas se llevaron a laboratorios de Polonia, Holanda y Estados Unidos”, manifiesta el profesor.

El académico explica que la parte final del análisis palinológico es llevar los montajes al microscopio para identificar las especies que dieron origen a los microfósiles observados.

Una comparación entre todos los resultados del sitio de estudio con otros del país y de la región permite hacer la reconstrucción del clima, la vegetación y la dinámica de los ambientes sedimentarios.

El estudio es de mayor resolución que los que se iniciaron en Colombia con el liderazgo del holandés Thomas van der Hammen, porque las sondas que se utilizaron no distorsionan los sedimentos, y además porque se hicieron análisis geoquímicos, estratigráficos (interpretación de rocas sedimentarias) y palinológicos (estudio de polen y esporas) a escala de décadas.

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