Hogar e hijos

“¡No me gusta!”: Cómo hacer que los niños se entusiasmen en la cocina

Por Eva Dignös (dpa)

¿A los niños sólo les gustan las pastas, las papas fritas y las albóndigas? El chef estrella Tohru Nakamura no cree que eso sea cierto. Nakamura, elegido como “cocinero del año 2020” por la guía de restaurantes Gault-Millau, trabaja en un establecimiento de Múnich. No solo ofrece sus platos a amantes de las recetas sofisticadas, sino que además patrocina una escuela de cocina para niños en un colegio del sur de Alemania. Su conclusión: si los niños participan en la elaboración, comen con más ganas.

En la escuela de Taufkirchen los niños preparan, por ejemplo, rollitos de col rizada rellenos, con una ensalada como primer plato y crema de chocolate de postre. La experiencia de Nakamura indica que a muchos niños les gusta picar, revolver y condimentar, y que cuando lo hacen, olvidan “los clásicos” que supuestamente les gustan más.

No se andan con rodeos: si no les gusta, no les gusta

“Poca gente me dice tan rápido su opinión”, comenta Nakamura. “Los niños son muy directos. Si algo no les gusta, lo dicen de inmediato.” Sin embargo, por lo general lo que prima es la curiosidad por probar cosas nuevas, por eso el cocinero recomienda dejarlos participar en la elaboración porque, según explica, es el mejor camino para que les den ganas de disfrutar de una buena comida y de su preparación.

ILUSTRACIÓN – Cocinar despierta el interés de los niños por conocer una mayor variedad de alimentos. Foto: Markus Scholz/dpa-tmn – 

“En mi opinión, tener un entendimiento básico de cómo se preparan los alimentos debe formar parte de la formación básica general”, sostiene el chef, agregando que, además, cuando alguien ha pelado dos kilos de papas sabe apreciar mucho más el trabajo que implica que la comida esté lista sobre la mesa.

Por supuesto, decirles “ven a pelar papas” tal vez no sea el mejor modo de entusiasmarlos a participar, pero la diferencia está en cómo se se los motiva. Entre “tener que ayudar y poder ayudar hay una diferencia, es pequeña pero decisiva”, observa Christiane Kührt, autora de un libro de recetas probada con niños en edad escolar. “Poder participar en la cocina hace que los niños sientan que su ayuda es importante para preparar la comida.” Y además, los predispone mejor a colaborar.

Saber cocinar los hace más independientes

Aprender a cocinar hace que cada cual vaya siendo cada vez más independiente. Los más pequeños arrojan los pedacitos de papas al agua, los que ya van al jardín de infantes pueden untarse el pan al desayunar o ayudar a cortar ingredientes blandos como el pepino, huevos cocidos o pan para tostadas. Las tareas apropiadas para cada edad dependen, por un lado, del desarrollo de la motricidad fina de cada niño y, por otro, de la confianza que le tengan los padres.

“Mis padres me dejaban cocinar solo desde bastante pequeño”, recuerda el cocinero Nakamura, que agradece “esa gran confianza y serenidad” hasta el día de hoy. Porque todos sabemos que los padres tienen que armarse de paciencia cuando ven a alguno de sus hijos revoleando un cuchillo, ni hablar si están cerca del horno.

“Pero estarles gritando todo el tiempo ‘¡ten cuidado!’ o ‘¡así no!’ tampoco les dará seguridad”, opina la experta en nutrición Kührt. Ella recomienda acompañar el proceso de aprendizaje de los futuros cocineros con cuchillos para niños, por ejemplo, que les resulten más fáciles de maniobrar, y enseñarles cuál es el mejor modo de cortar para no lastimarse. “Siempre hay que tener en cuenta que los cuchillos sin filo y pequeños son los más peligrosos”, advierte Kührt.

¿Azúcar en la sopa? ¿Por qué no?

Ya cuando los niños están en edad escolar pueden preparar varias cosas solos, opina la experta, desde una ensalada de frutas hasta una sopa fría de pepinos o tacos rellenos. Eso sí, puede que el resultado tenga un sabor “interesante”, porque quizás la sopa no sólo fue condimentada con sal y pimienta, sino también con azúcar. Pero experimentar es parte del proceso en la cocina, observa Kührt. Al fin y al cabo eso permite aprender qué condimento y en qué cantidad va bien en un plato.

Cualquiera estaría muy equivocado si se dejase llevar por su perfeccionismo de adulto al cocinar con niños. “No hay que esperar que un niño corte el pepino en trozos iguales”, indica Kührt. “Y tampoco es cuestión de esperar que los niños vayan a estar durante horas entusiasmados en la cocina y que después tengan ganas de limpiarla”, añade.

Recetas breves

Lo ideal es escoger recetas rápidas y poco complicadas con una lista de ingredientes sencilla. No se recomienda hacer nada que demande más de una hora de atención, porque eso generará mucha frustración tanto a los padres como a los hijos y después el mal humor reinará en la mesa. También hay que saber que si a alguien no le gusta para nada el brócoli, no va a convertirse en un gran amigo de las coles sólo por cortar la verdura.

“Dejar que los niños cocinen es un factor importante, pero no es el único dentro de los intentos para que adquieran hábitos sanos de alimentación”, sostiene Mathilde Kersting, directora del departamento de nutrición infantil de una clínica pediátrica de la ciudad alemana de Bochum. “Lo ideal es acostumbrarlos a probar alimentos nuevos cuando aún están en edad lactante”, explica. Desde ya, es algo que suena mucho más sencillo de lo que suele ser. Muchos padres saben que cuando el niño rechaza la comida que les han preparado con tanto amor “no es muy fácil tomárselo con calma”.

Pero es lo más normal del mundo que se pongan en “exquisitos”. “En realidad es por motivos evolutivos. Ese rechazo suele darse cuando son muy pequeños, y lo que están haciendo es protegerse, sin saberlo, de llevarse a la boca cosas que tal vez no les hagan bien”, opina la nutricionista.

De todos modos, Kersting considera que los padres no deberían preocuparse demasiado por cuestiones de nutrición si sus hijos tienen una fase de amor exclusivo hacia las pastas. El mejor ejemplo que pueden dar los padres es tomarse todo con cierto relajo, tanto al cocinar como al comer, recomienda. “Si los padres disfrutan de sus comidas, en algún momento a los niños también les va a resultar interesante”, observa.

Y si eso no llegara a suceder, se puede usar un viejo truco: “A los niños les encanta todo lo que tenga colores. Pero no tienen que ser siempre caramelos”, dice Kührt. ¿Por qué no dejarlos que se preparen una “pizza de sandía” poniendo una rodaja de sandía abajo y arriba uvas azules y trocitos amarillos de damasco con unas gotas de yogur?

dpa

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