Desde lo simpleOpinón

Las incoherencias de Meryl Streep

El discurso de Meryl Streep tocó los corazones durante la noche de los Golden Globes. Dijo verdades y reflexiones profundas, pero también estuvo lleno de superficialidad y mentiras.

Si el líder de una nación se burla de las personas discapacitadas, ¿qué se puede esperar del pueblo? La sociedad norteamericana lleva mucho tiempo cayendo en picada al vacío. No me refiero a su economía o a su bolsa de valores, sino a la moral y a los valores que conforman una sociedad.

La industria a la que pertenece Meryl tiene gran culpa en esta descomposición social. Fue la misma industria que vendió a Trump durante años en un programa de televisión, donde todas sus payasadas y conductas sin ética eran aceptadas y consideradas “cool”.

Estados Unidos tiene un presidente que tuvo su propio reality show durante años. No debería sorprendernos si algún día una de las Kardashian se convierte en la primera mujer presidenta de los Estados Unidos.

La industria a la que Meryl pertenece ha estado vendiendo durante décadas la idea de que tener moral y valores es aburrido, tonto y anticuado. Ha mostrado al mundo que burlarse de los problemas y desgracias ajenas es “cool” y aceptable, y que los valores son relativos y se adaptan a conveniencia de la sociedad.

Por supuesto, Hollywood también ha producido muchas películas y series inspiradoras, que transmiten mensajes llenos de valores y edificantes. Sin embargo, también ha producido muchas otras que hacen exactamente lo contrario.

Meryl misma ha interpretado papeles que perpetúan estereotipos de personas sin valores ni respeto por los demás. Ha participado en películas donde se promueven exactamente aquello que criticó en su discurso contra Trump. ¿Algunos ejemplos? “El diablo viste de Prada”, “Mamma Mia”, “Las horas”, entre muchas otras.

Durante su discurso, dedicó seis minutos para elogiar a Hollywood y su “glorioso” poder de transformar el mundo, así como su ejemplo de inclusión. Sin embargo, solo utilizó dos minutos para decir algo verdaderamente inspirador, profundo, cargado de valores y poderoso. A partir del minuto 3:25, Meryl expresó ideas contundentes como:

“...pero hubo una actuación este año que me dejó atónita y me clavó sus garfios en el corazón. No porque fue buena, no hay nada de bueno en esa actuación. Pero fue efectiva y logró su objetivo. Hizo que su público se riera y mostrara sus dientes. Y fue ese momento en que la persona que pedía ocupar el lugar más respetado de este país imitó a un periodista discapacitado. A una persona que superaba en privilegio, poder y su capacidad de responder el ataque. Y me rompió el corazón. Cuando lo vi… todavía no puedo sacármelo de mi cabeza, porque no pasó en una película pasó en la vida real.

Y ese instinto que busca humillar, cuando lo hace alguien público, alguien poderoso, penetra en la vida de todos. Porque les da permiso a otros para hacer lo mismo. La falta de respeto invita la falta de respecto. La violencia incita a la violencia. Cuando los poderosos usan su posición para hostigar a otros, todos perdemos”.

Todo lo que ella dice es cierto: si el presidente se burla de las personas discapacitadas, ¿por qué yo no podría hacerlo? Esa podría ser la lógica que muchos aplican. Trump demostró, al igual que en su antiguo reality show, que tener poder te permite pisotear a los vulnerables y que eso está bien. Y sí, eso no sucedió en una película, sucedió en la realidad, pero ¿no incitan muchas películas a lo mismo? Ah, pero la película es de mentiras, dirán algunos, ¿pero acaso no transmiten el mismo mensaje? Meryl interpretó a Miranda Priestly en “El diablo viste de Prada”, un personaje muy similar a todo lo que ella critica de Trump, pero en una versión fashion. El personaje de Miranda utiliza su posición de poder para humillar, acosar y despreciar a los demás. Engaña, traiciona y menosprecia a las mujeres que no tienen el peso “ideal” para trabajar en la industria de la moda. ¿No es exactamente lo que Trump hace y lo que le rompió el corazón a Meryl? Ah, pero es solo una película, no es la vida real. ¡Cuánta falta de coherencia!

“…ese instinto que busca humillar, cuando lo hace alguien público, alguien poderoso, penetra en la vida de todos”. Cada actor de Hollywood presente en ese lugar, incluyendo quien pronunciaba el discurso, son figuras públicas, poderosas, y lo que hacen en sus películas y series (aunque no sean reales) impacta en la vida de todos.

Pero dejando a un lado la inexistente coherencia entre sus palabras y sus acciones diarias, su discurso tiene un mensaje poderoso. ¿Puede un discurso de seis minutos en una entrega de premios cambiar algo? ¿Puede transformar una sociedad? No lo creo, pero pienso que puede generar reflexión en algunos, y eso es positivo.

El problema radica en que esta “reflexión” viral que se genera en las redes sociales es efímera y superficial. Hoy todo el mundo comparte el discurso de Meryl en las redes, pero ¿cuántas de estas personas realmente internalizarán esas palabras? ¿Cuántas las aplicarán en sus vidas? En poco tiempo, saldrá un video de un perrito cantando y todos habrán olvidado el discurso de Meryl.

Sin embargo, lo que sí perdurará en forma de memes poéticos y reflexivos es la hermosa frase: “Toma tu corazón roto y conviértelo en arte”

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