Opinón

Las primeras vacunas y la derrota de Trump anuncian un 2021 más prometedor

Juan Luis Manfredi, Universidad de Castilla-La Mancha

Las elecciones estadounidenses son una referencia en materia de política económica, ya que la actitud, las prioridades y las acciones configuran la realidad internacional. El trumpismo ha triunfado en la medida en que su mensaje de aislamiento y proteccionismo está presente en la narrativa de Brasil, Rusia, Turquía, Irán y tantos otros actores internacionales.

El reto de la presidencia de Biden y Harris es recuperar la confianza, ordenar el sistema multilateral y aminorar la incertidumbre.

La actual dinámica de deslegitimación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), los tribunales de arbitraje, los acuerdos comerciales, la relación especial con Reino Unido postBrexit o la competencia feroz con China no benefician al desarrollo económico internacional.

Inversiones y exportaciones requieren largo plazo, cierta continuidad en un proyecto –que no tiene que ser político– y confianza. En este momento de 2020, las evidencias de desglobalización son escasas. La economía global se ha ralentizado y redistribuido por esferas de influencia y actividad comercial. Así, es pronto para enterrar el ciclo globalizador iniciado en 1989, aunque los intercambios comerciales y las inversiones han descendido de forma significativa desde 2008.

En el plano general, las últimas noticias sobre la vacuna se celebran en los mercados con cierto optimismo.

2021 puede ser el año de la recuperación y hay indicios sólidos: alzas significativas en las cotizaciones bursátiles desde Nueva York a Moscú, la liquidez de los mercados de inversión, así como las políticas auspiciadas por distintos bancos centrales o las instituciones multilaterales.

Hay dinero en el mercado y sin, la incertidumbre de la pandemia, las infraestructuras están operativas para reiniciar el comercio. Los puertos, los trenes de mercancías y los aviones de cargo o pasajeros podrán volver a la normalidad en cuanto se distribuyan las vacunas. Con una mejora sustantiva en la salud pública global, la liquidez acelerará la recuperación económica con previsiones significativas para el segundo trimestre del año.

La mejor noticia es la estabilidad

En Estados Unidos, la mejor noticia de Biden y Harris es la estabilidad. El trumpismo económico se ha caracterizado por una reducción masiva de impuestos, pero también por los vaivenes en acuerdos y medidas de impacto internacional. La rivalidad con China ha perjudicado la mirada global que había caracterizado el modelo estadounidense desde 1945.

La nueva presidencia no lo tendrá fácil con un más que previsible Congreso y Senado reticente a sus políticas económicas. Para luchar contra la polarización, podemos esperar estímulos para la creación de empleos y un proteccionismo selectivo en determinadas industrias clave en los estados del cinturón de óxido.

Para liderar la esfera internacional, es previsible que el cambio climático se convierta en una política estructural. Se esperan dos billones de dólares para mejorar infraestructuras y, al mismo tiempo, elevar barreras artificiales al comercio procedente de países sin estándares medioambientales… con el aplauso europeo.

El liderazgo, sobre políticas concretas, reduce el ruido en las instituciones. No anticipo grandes medidas en relación con las tecnológicas, ya que no hay consenso en cuanto qué o cómo gravar las actividades digitales. Esa carta perjudica los intereses europeos, por lo que habrá que esperar antes de lanzarse aprobar una “tasa Google”.

En el entorno europeo, los acuerdos entre el Parlamento Europeo y el Consejo se cifran en 1,8 billones de euros para el marco financiero 2021-2027. Ahí están incluidos los 750 000 millones de euros intitulados “Next Generation EU”, así como otras políticas de empleo, prestación o acción exterior.

El acuerdo es buena noticia para la estabilidad internacional y anticipa un modelo europeo de salida de la crisis postpandémica. Habrá un mejor mercado digital de bienes y servicios, se apostará por la investigación y la salud y se debatirán las políticas fiscales de los gigantes de la tecnología.

Con la mirada puesta en Hungría y Polonia

Es muy relevante el asunto político: Hungría y Polonia están en el punto de mira del Parlamento Europeo por prácticas alejadas del acervo comunitario. En contraposición, los gobiernos de ambos países amenazan con vetar los presupuestos si se refuerzan los controles externos como condición previa.

En la dimensión social, la economía internacional tiene que prestar atención a los descontentos con la globalización. El precariado político, en acertada metáfora de José Fernández-Albertos, reclama atención y políticas. No habrá paz social sin una reducción significativa de la polarización binaria surgida alrededor de los ganadores y los perdedores de las dinámicas globalizadoras. La brecha entre el entorno rural y el urbano muestra cómo la automatización o el cierre de fábricas tiene efectos políticos en el votante.

Los debates europeos sobre los fondos de recuperación, tanto en el Consejo como en el Parlamento, aciertan al incluir la relocalización (el retorno al país de origen de los procesos productivos anteriormente deslocalizados) como prioridad estratégica. No es solo la provisión y las cadenas globales de suministro, sino la creación de empleo y la reducción de brechas.

Conviene, en este punto, asimismo, analizar el desarrollo de políticas destinadas a los colectivos vulnerables: el paro juvenil o la brecha de género estarán como epígrafes fijos en las políticas presupuestarias.

En la empresa internacional, el reto de la desglobalización está presente en la agenda directiva. No es un asunto menor, porque la pandemia ha acelerado tendencias: teletrabajo, transformación digital, reorganización de las cadenas de suministros, desaparición de industrias o recuperación de actividades económicas en áreas geográficas más cercanas. La reducción de la incertidumbre anticipa buenos escenarios en el primer semestre, aunque los efectos en la economía real tarden algo más.

En síntesis, las relaciones económicas internacionales apuntan hacia una mejoría sustancial con el cambio de presidencia en Washington, las primeras vacunas y la liquidez de los mercados. No será inmediato. No será rápido. Pero será mejor que este año que ahora acaba.The Conversation

Juan Luis Manfredi, Profesor titular de Periodismo y Estudios Internacionales, Universidad de Castilla-La Mancha

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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