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Las mentiras de Duque en la COP26

En Glasgow, Escocia, se está llevando a cabo la COP26, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021. Todos los líderes mundiales hacen presencia con sus delegaciones y le muestran al mundo los resultados obtenidos frente a los compromisos ya establecidos en anteriores acuerdos y cumbres, así como el avance frente a la problemática del cambio climático.

Por supuesto, Iván Duque y el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible están en Escocia. Ya nuestro presidente Duque hizo tres alocuciones ante los líderes del mundo, mostrándoles una Colombia que no existe, un país que (según Duque) es pionero a nivel ambiental, citándolo a él y al ministerio, Colombia “…llega a la COP26 siendo ejemplo para la comunidad internacional por nuestro compromiso climático”.

¿Somos un ejemplo para la comunidad internacional? Creo que sí, que somos un ejemplo, porque ocupamos el puesto número uno a nivel mundial en varios rankings sobre temas ambientales.

En este momento somos el país con el mayor número de asesinatos a líderes ambientales, este es nuestro segundo año consecutivo, en el que ostentamos el título de ser el país número uno en homicidios a líderes ambientales, de acuerdo al informe presentado por Global Witness, el 13 de septiembre del presente año.

Según Global Witness, en 2020 asesinaron a 65 líderes ambientales y en 2019 a 64. Sin embargo, en su informe la organización afirma que la cifra podría ser superior, porque los datos no alcanzan a reflejar la verdadera dimensión del problema de violencia que viven aquellos que defienden el ambiente en Colombia y en el mundo. En Países afectados por conflictos armados, como es el caso de Colombia, puede presentarse subregistros.

¿A quiénes asesinan y por qué? De acuerdo al informe de Global Witness, casi el 70% de los líderes asesinados luchaban por frenar la desforestación y la tercera parte pertenecían a comunidades indígenas.

El 70% de los ambientalistas asesinados luchaban por proteger a nuestros árboles, pero, paradójicamente Iván Duque dijo en Glasgow que en el 2022 va a declarar como área protegida el 30% de Colombia, para frenar la desforestación y se comprometió a plantar 180 millones de árboles antes de agosto de 2022.

No sé si lo de Duque es ironía o cinismo. No sé cómo es capaz de ponerse de pie ante los líderes mundiales y hablar con total convicción de una Colombia que no existe. Duque tiene grandes dotes histriónicos o una patológica mitomanía.

Si Colombia es incapaz de proteger a los ambientalistas que intentan frenar la desforestación, es absolutamente incapaz de evitar la desforestación. Pero eso Duque no lo dice en la COP26.

Iván Duque no contó, en ninguno de sus discursos que desde el 2016 hasta el 2020 van 611 líderes ambientalistas asesinados, que de acuerdo a cifras entregadas por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), 332 de los homicidios se cometieron contra indígenas, 75 afrodescendientes que pertenecían a consejos comunitarios, 102 fueron campesinos que luchaban por su territorio, 25 contra activistas ecológicos de distinta índole y 77 contra integrantes de Juntas de Acción Comunal que denunciaron posibles delitos e irregularidades ambientales en sus comunidades. De esos 611 ambientalistas asesinados, 129 corresponden a los dos últimos años.

Los homicidios a líderes ambientales ha ido en aumento durante el gobierno de Duque. En 2017, con Santos como presidente fueron 24 casos, en 2018 fueron 25, Duque asumió el poder en agosto de ese año. Entonces, en 2019 asesinaron a 64 ambientalistas y en 2020 mataron a otros 65 líderes ambientales. A partir del primer año completo en el que Duque está en el poder se triplica el número de homicidios hacia ambientalistas. Pero nada de eso contó Iván Duque en sus intervenciones durante los eventos de la COP26.

Debería ser un hecho alarmante para Duque, que se incremente el número de ambientalistas asesinados durante su gobierno, algo debería decir al respecto. Pero, lo único que se recibe es silencio, un silencio cómplice que trata de evitar que esto se evidencie, que se vuelva agenda nacional. No existe una política concreta que le ponga fin al homicidio de líderes.

¿Dónde asesinan a los ambientalistas? En las zonas del país que mayor bosque, selva, recurso hídrico y biodiversidad poseen, que también son las más olvidadas por el estado colombiano. Departamentos como Meta, Amazonas, Cauca, Putumayo, Chocó, Norte de Santander, Santander, Antioquia, entre otros.

Me remito nuevamente a las palabras del Ministerio de Ambiente, Colombia “…llega a la COP26 siendo ejemplo para la comunidad internacional por nuestro compromiso climático”. El gobierno colombiano no es ejemplo de nada bueno ante la comunidad internacional y no existe compromiso climático valido mientras el estado no sea capaz de mantener a salvo a las personas que protegen el ambiente.

Duque se infló el pecho en la COP26 afirmando que somos un referente mundial en el tema de la reforestación, que va a declarar área protegida el  30% de Colombia, que ha sembrado 120 millones de árboles y va a plantar 180 millones de árboles más antes de agosto de 2022. Una táctica comunicativa del gobierno de Duque es endulzar las palabras, decir verdades a medias o mejor, mentiras a medias. Actualmente el 15 por ciento del territorio de Colombia está declarado como protegido, por lo cual sólo debe declarar otro 15 por ciento más y tendría el 30% de Colombia como área protegida, pero estas declaratorias son casi que una burla, un saludo a la bandera ante la situación real que viven las comunidades dentro de estos territorios.

La realidad colombiana de la desforestación, no es la que cuenta Duque en su discurso en la COP26. Durante el 2020 la desforestación se incrementó en un 8 por ciento con relación al 2019, según los datos suministrados por el Ideam y el mismo Minambiente en su informe anual sobre la desforestación.

De acuerdo a las cifras oficiales, durante el 2020 se perdieron 171.685 hectáreas (has) de bosque, en contraste con las 158.894 hectáreas de bosque perdido en 2019. La región en la que mayor desforestación se da es la Amazonía, donde se da casi el 64% de pérdida de bosques de toda Colombia.

En la Amazonía, durante el 2019 se deforestaron 98.256 hectáreas  de bosque y en 2020 fueron 109.302 hectáreas, la deforestación aumentó en 11 mil hectáreas.

En los departamentos de Meta, Guaviare, Caquetá, Putumayo y Amazonas, es donde se está llevando a cabo una estrategia delictiva y violenta para desforestar, se trata de la invasión a los resguardos indígenas. Esto ocurrió durante todo el 2020 sin que el gobierno colombiano hiciera algo al respecto. Los desforestadores llegan al resguardo indígena, a la fuerza y haciendo uso de la violencia desplazan a todos los habitantes quedándose ellos con la tierra, para talar los árboles y quemar el territorio.

En una entrevista para el portal mongabay.com, Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS), manifestó que:

Si ese método [la invasión de territorios indígenas] se llega a consolidar, haciendo uso de estrategias combinadas con cultivos ilícitos y ganadería, donde también hay inversión pública, el fenómeno se puede ampliar a otros resguardos que en un futuro enfrentarán la presión de la deforestación y el acaparamiento. Estaríamos asistiendo a los primeros ejercicios que nos llevarían a un escenario similar al de Brasil: un proceso de invasión masiva y generalizada para cambiar el uso del suelo y su estatus legal”.

Uno de los principales motivos de la desforestación en varias regiones del país es el acaparamiento ilegal de tierras por parte de los terratenientes para la expansión agropecuaria. Están invadiendo territorio indígena, desplazando poblaciones a través de la intimidación y violencia para acaparar tierras.

La dinámica de la apropiación y acaparamiento de tierras es simple, llegan grupos armados, invaden territorio indígena y los territorios protegidos, asesinan e intimidan a los habitantes, logran desplazarlos de su hogar, huyen despavoridos ante el terror de una masacre. Luego, ya apoderados de la zona, talan masivamente, efectúan quemas en el terreno y comienzan un proceso agrícola y ganadero masivo. Luego, cuando se demuestra que la tierra ha sido trabajada durante cierto periodo de tiempo, se reclama la propiedad sobre el terreno. Cuando se hace el reclamo de legalización, aunque sea ilícito, se comienza un proceso de venta de la tierra y así llega a manos de los terratenientes.

Al respecto InSight Crime, asociado con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), financiados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) están realizando una investigación profunda sobre esta problemática en Colombia. Elaboraron el siguiente vídeo que ilustra de manera certera esta situación, se los comparto:

Duque tuvo el descaro, de preguntar a los asistentes a una de sus intervenciones, que si un país como Colombia “que sólo tiene el 0,6% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero se compromete a proteger el 30% de nuestra tierra en 2022 ¿Por qué no hacen lo mismo otros países?”.

No sé de qué Colombia habla Duque en su discurso, pero en la Colombia que yo habito con otros 50 millones de colombianos, asesinan a los que intentan proteger el ambiente, desplazan a los indígenas de los territorios para talar los árboles y los gobernadores como Nebio Echeverry Cadavid de Guaviare son acusados de apropiación ilegal de tierras, intimidando a familias campesinas para que vendieran sus tierras por precios irrisorios y así poder cultivar masivamente aceite de palma. La gran mayoría de apropiadores y acaparadores de tierras son reconocidos empresarios, políticos y figuras influyentes de diversas regiones del país. Y esa es la verdadera Colombia, no la que cuenta Duque en sus discursos.

Nuestro presidente se comprometió en la COP26 a proteger las selvas, a declarar territorio protegido, a sembrar millones de árboles y a reducir en un 51% la emisión de gases, entre otros compromisos. Pero irónicamente, el gobierno colombiano no ha ratificado el Acuerdo de Escazú. Ver aquí.

¿Qué es el Acuerdo de Escazú? Es el primer tratado ambiental de los países de América Latina y el Caribe que, se reduce en tres principios: acceso a la información, participación pública en la toma de decisiones y acceso a la justicia. Tiene dentro de sus objetivos, que los proyectos de desarrollo en los países tengan un equilibro social y ambiental, favoreciendo a las comunidades. Por eso promueve el acceso amplio y libre a la información ambiental, la creación de mayor participación pública dentro de las decisiones que afecten ambientalmente a las comunidades, un mayor acceso a la justicia ambiental y pone a los países firmantes como responsables directos de la  protección de los líderes ambientales.

Extrañamente, Colombia, el país que Duque muestra como ejemplo de compromiso ambiental en la región, no ha ratificado el acuerdo ¿Qué raro? ¿Será porque los obliga a proteger a los ambientalistas?

El honorable Congreso de la República ha utilizado, en colaboración con el gobierno, toda clase de recursos para evitar ratificar el Acuerdo de Escazú. Han aplazado cuatro veces el debate, iniciaron lo que llaman “plan tortuga” para que se hunda por falta de trámite. Han realizado artimañas para evitar darle trámite al acuerdo, como cambiar de hora la citación de las comisiones sin avisar a los citados y colocarla a una hora en las que todos los congresistas estaban en plenaria, por lo cual no podrían asistir.

La realidad es que hoy el Acuerdo de Escazú no está ratificado y parece que mientras Duque y sus copartidarios sigan en el poder no será ratificado el acuerdo. Porque a la clase corrupta y criminal de Colombia no le conviene un acuerdo ambiental de ese tipo.

Pero, eso tampoco lo dijo Iván Duque en sus discursos en Escocia, ante los líderes mundiales durante la COP26. Hay dos Colombia, la imaginaria de Duque, que solo existe en su cabeza, que es ejemplo en compromisos ambientales, próspera y justa. Y la Colombia de verdad, esa en la que asesinan a aquel que con su voz se oponga a la destrucción del ambiente, la Colombia que no ratifica un acuerdo ambiental porque obliga al gobierno a proteger a los ambientalistas, esa Colombia la ocultan ante los líderes mundiales en las cumbres.

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