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La siniestra maldición del Icetex

Hacer un crédito con el Icetex es como pactar con el diablo. Quedas endeudado hasta el alma y por toda la eternidad, ya que la vida no alcanza para pagar la deuda.

El Icetex fue creado con el propósito de lograr movilidad social, permitiendo que los jóvenes progresen y mejoren su calidad de vida a través de la educación, impulsando el desarrollo económico.

Sin embargo, desde su creación hasta hoy, su objetivo ha cambiado, no solo en teoría, sino también en la práctica. Se ha convertido en un banco que cobra altas tasas de intermediación, y si el estudiante cae en mora, le aplican la tasa máxima de usura.

Cuando un estudiante se gradúa, no encuentra trabajo de inmediato y, cuando lo encuentra, no son empleos bien remunerados ni estables. Las cuotas de 500 y 800 mil pesos son inaccesibles para los recién egresados. Además, si los padres ganan el salario mínimo o un poco más, tampoco podrán ayudar al joven a pagar.

Entonces comienza el calvario: se activan las cláusulas abusivas de ese pacto con el diablo. Comienzan a cobrar intereses con la tasa más alta permitida por la usura, cuotas inalcanzables y el capital se triplica. Después, llegan las persecuciones telefónicas y por correo electrónico, las amenazas y los malos tratos. Se generan reportes negativos en las centrales de riesgo, dañando la vida crediticia del egresado y cerrándole las puertas, incluso para emprender su propio negocio, debido a un informe negativo en DataCrédito.

En este momento, hay 406 mil personas “hostigadas” por el Icetex, atrapadas en un callejón sin salida con deudas triplicadas imposibles de pagar.

Actualmente, el Icetex funciona, tristemente, como el banco más siniestro de todos. Su objetivo, en la práctica real, es ganar utilidades a través de los créditos y recuperar el dinero prestado sin importar cómo. En los últimos seis meses, el Icetex ha embargado a 1500 familias colombianas.

El objetivo del Icetex nunca debería ser embargar a los estudiantes ni quitarles sus escasos bienes, ni a ellos ni a sus padres. Su misión es y debería ser crear movilidad social, progreso y bienestar para las familias colombianas a través de la educación.

De hecho, en su página web afirman que su misión es “Contribuimos a la prosperidad del país y al propósito de alcanzar los sueños de los colombianos y sus familias, acompañando su educación en Colombia y en el mundo, con equidad y calidad”. Sin embargo, en lugar de eso, dejan a los estudiantes endeudados de por vida, generándoles problemas y pobreza.

Si te atrasas en los pagos con el Icetex, tu deuda se triplica y se vuelve eterna para pagar. En el peor de los casos, el Icetex puede dejarte sin casa, ya que si embargan al estudiante y sus codeudores son sus padres, les quitan incluso el techo bajo el cual viven. ¿Cómo puede esto contribuir a la prosperidad del país?

Ahora bien, todo pacto siniestro que se respete tiene una letra pequeña. El Icetex ofrece varias modalidades de crédito. En una de ellas, brindan a los estudiantes de estratos 1, 2 y 3 la posibilidad de no pagar cuotas de préstamo mientras estudian. Comienzan a pagar después de graduarse, tras un período de gracia inicial. Lo que no se les dice a los estudiantes es que los intereses y cuotas que no pagan durante su carrera se suman al capital, es decir, se capitalizan, aumentando su deuda. No están condonando intereses, sino sumándolos al total de la deuda. En realidad, están cobrando intereses sobre intereses, ya que parte de la deuda son intereses no cobrados mientras estudiaban.

Debido a una protesta realizada por más de 150 personas frente al Icetex en Bogotá, se han denunciado en Twitter miles de casos de deudas absurdas con el Icetex. El estudiante Esteban Zapata Mejía publicó su estado de cuenta en la red social. Prestó 18 millones de pesos, ha pagado 31 millones y todavía debe 11 millones. En total, pagará 60 millones de pesos, más de tres veces el valor del préstamo original. ¿Esto es ayudar a alcanzar los sueños de los colombianos y sus familias?

Cuando realizan campañas de “normalización”, las opciones que ofrecen son inflexibles y difíciles de cumplir para el deudor. Es como si les dieran a elegir entre arsénico y cianuro, y al final la decisión del estudiante es no normalizar el crédito.

La paradoja radica en que el Icetex es financiado con dinero público, proveniente de los impuestos que todos pagamos. Ese estudiante que es embargado por el Icetex estará financiando a esta entidad durante toda su vida cada vez que pague impuestos.

Mientras el Gobierno se enorgullece de programas como “Ser pilo paga”, que beneficia a una pequeña parte de la población estudiantil, existe otro gran grupo de estudiantes que el Icetex devora con intereses absurdos. Miles de familias colombianas ven sus sueños rotos, convirtiéndose en pesadillas gracias al Icetex.

Lamentablemente, si deseas acceder a la educación superior y no tienes los recursos, tendrás que hacer un pacto demoníaco con el Icetex. Durante los años de estudio, tendrás que rezar todos los días para obtener un empleo estable y bien remunerado que te permita pagar la deuda adquirida con el diablo, perdón, quise decir el Icetex, para que no se apodere de tu alma y, de paso, de la casa de tus padres.

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