Desde lo simpleOpinón

Haití ¿Mala suerte? ¿Karma por brujería? ¡Ninguna!

He visto y escuchado varios comentarios sobre la situación de Haití. “Que mala suerte tiene esa pobre gente”, “demasiado vudú y esa es la consecuencia”, “castigo divino por la brujería de la isla”. Es inconcebible para mí, que en pleno siglo XXI exista gente que piense – con total convicción – que los haitianos están recibiendo un castigo divino debido a sus creencias religiosas, porque Haití es el país de vudú y la brujería ¿En serio? ¿Castigo divino?

Si fuera por castigo divino, Alemania debería estar en ruinas para pagar los millones de judíos asesinados, Estados Unidos tendría que estar en la pobreza extrema por las dos bombas nucleares que lanzó a población civil inocente, asesinando a miles de miles de personas (sin contar con los daños ambientales). Italia con Roma, con su iglesia católica que lleva a cuestas miles de muertos durante siglos, exterminios de poblaciones enteras para imponer su fe, inquisición, cruzadas… debería ser el lugar de la desolación. Con el prontuario de estos tres países, Haití con su vudú es un bebé en pañales, jugando con muñequitos…

No es castigo divino, no hay un ser invisible jugando al vengador. Alguien que se despierte en la mañana y diga “los haitianos han hecho mucho vudú en estos últimos meses, sobrepasaron los niveles permitidos de brujería, así que hoy vamos a mandarle a Haití un temblor que les derrumbe la mitad del país que aún tienen pie y si por casualidad no se les caen todas las casas, ahí les mando un huracán”.

Tampoco es mala suerte, yo por lo menos no creo en la suerte ni en la buena ni en la mala, creer en la suerte es algo muy similar a creer en el karma o en el castigo divino. De ser así, los haitianos están bañados en toneladas de sal, porque les cae desgracia tras desgracia. Un pueblo salado y con mala suerte ancestral, porque las desgracias haitianas no vienen del siglo XX y XXI, ya ellos traen consigo eso desde antes.

¿Qué pasa en Haití? Una combinación de variables que son como una bomba molotov en cadena. No sé mucho de bombas y me da pereza investigar, pero sería algo así como bombas que detonan cuando les cae un ingrediente (una mala explicación, pero es algo así como veo la analogía en mi mente).

Haití y República Dominicana están ubicadas dentro de la isla Hispaniola, debajo de la cual hay cuatro placas tectónicas en el océano Caribe. A diferencia de República Dominicana, Haití se encuentra sobre la intersección de la placa del Caribe y las tres microplacas de Gonâve, Hispaniola y North Hispaniola. Estar sobre una intersección de placas significa que queda sobre fallas, las placas chocan entre sí y causan temblores, explicado de manera coloquial. Chocan las placas y micro placas del Caribe y América del Norte.

Cuando chocan las placas se libera muchísima energía en la corteza y la tierra tiembla. Una vez – hace mucho tiempo- fui a una iglesia cristiana (para complacer a una tía) y el pastor dentro de su charla motivacional para pedir el diezmo, les explicaba a los feligreses que la tierra tiembla porque nuestro planeta, para que no se caiga al vacío universal, es sostenido por la mano de Dios, a veces Dios se cansa y mueve la mano y… ¡Puf! Tiembla la tierra. Increíblemente algo así es lo que muchos creen, más aún cuando explican los desastres naturales de Haití como castigo divino.

Existen registros de grandes sismos en Haití desde 1751, terremotos que han dejado a la población en ruinas, el anterior a este ocurrió en 2010 y dejó al país devastado. Entonces, tenemos un país muy pobre ubicado sobre el choque de cuatro placas. Haití tiene elevados niveles de corrupción y por ende de pobreza, lo cual tiene como consecuencia que carezca de infraestructura mínima, construcciones no apropiadas para un territorio propenso a grandes sismos por su ubicación geográfica.

Así que, como lo indica la lógica, cuando hay sismos como el de hoy, todo se derrumba, porque ya de por sí están deficientemente construidos, infraestructura precaria. Al desplomarse las casas y edificios hay perdidas humanas, que se incrementan debido al poco personal y equipo necesario para búsqueda y rescate de personas en situaciones de desastre.

A esto hay que sumarle que Haití junto con otros países, también está ubicado en la zona de huracanes de El Caribe. Y desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre ocurre en El Caribe algo que llaman “temporada de huracanes”, por diferentes fenómenos climatológicos durante estos meses el Caribe es propenso a la formación de tormentas tropicales y algunas se convierten en huracanes. Haití queda sobre la ruta de transito de esas tormentas tropicales.

Un país que no tiene vías, las calles pavimentadas son escazas, una gran parte del territorio no tiene alcantarillado, poblaciones inmensas carecen de servicios públicos, los barrios parecen zonas de guerra, casas similares a cambuches construidos como pueden y con lo poco que tienen… tiembla la tierra y todo se cae, pasa la tormenta y se lleva lo que quedó en pie.

Haití es una bomba en constante detonación. Un país sumido en la pobreza extrema, devorado por la corrupción, transito por donde pasa el tráfico de drogas; una nación sin gobierno ni ley, que carece de lo mínimo y que para rematar está mal ubicado, sobre fallas tectónicas y ruta de huracanes.

Ni castigo ni karma ni mala suerte, sucesos desafortunados que ocurren como consecuencia de decisiones humanas.

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