La columna de AlfredoOpinón

¿Empleo o desempleo y el Cambio?

 “Uno de los mitos que alimentan el problema del desempleo es la idea de que algunas personas son incapaces de generar valor económico. Supuestamente estas personas tienen defectos o imperfecciones que las hacen inútiles y merecedores de ser desechadas como simple basura. Conforme a esta visión, solo son aptas recibir aportes de las instituciones benéficas o de los Gobiernos Retomando el concepto anterior e introduzcamos otra realidad, en el tema del empleo o desempleo, incluyendo lo que se denomina “Desempleo Juvenil”., que tendrá un tratamiento más amplio en futuras entregas.

Alfredo Oliveros. Egresado como Contador Público de: Universidad de la Rep. del Uruguay y Universidad de Buenos Aires (Argentina). Master en Economía Internacional de la Universidad de Belgrano (Argentina). Docente en Economía en distintas Universidades de América Latina. Contratado como asesor por distintos Gobiernos de América y asesor de distintos programas del BID (Banco Interamericano de Desarrollo)

 Exponíamos en anteriores columnas sobre ¿Qué es la cuarta revolución industrial?,  y ¿Para qué reflexionar sobre derechos humanos en la Cuarta Revolución Industrial? Como asimismo: la digitalización de la economía, la industria y la llegada de nuevas tecnologías que transformen radicalmente nuestra forma de vivir, ya que implican enfrentar una serie de desafíos que posibiliten  continuar mejorando nuestro nivel de vida como comunidades, país e inclusive como humanidad. Es necesario destacar que algunos de estos desafíos se relacionan directamente con la lucha sindical, entendida como reivindicaciones de los derechos de los trabajadores.

Las nuevas formas de trabajo, la digitalización de la industria y las nuevas formas de comunicación, muestran la necesidad de: nuevas herramientas, retos y preocupaciones, para los sindicatos y organizaciones que luchan en pro de los derechos de los trabajadores, incluyendo juveniles. Aunque el papel de los sindicatos, también ha decaído en los últimos 50 años, debido a factores como la politización de los mismos y su consecuente persecución. (Fuente: Semana.com)

Muchos de nosotros (por no decir que todos) hemos utilizado alguna de esas aplicaciones expuestas, que se denominan de economía colaborativa. Uber, para transportarnos; Rappi, para domicilios; Airbnb, con habitaciones disponibles, o para obtener alojamiento económico;   Utilizan un concepto sencillo y a la vez fascinante para quienes crecimos con una economía tradicional: Disponen de una plataforma digital para obtener lo que se desee, comprar y vender. O  lo que se necesite, transportar o darle uso al vehículo, que tanto trabajo  ha costado pagar. E inclusive obtener o dar alojamiento, etc.- Se trata de descentralizar los servicios y hacer que el propio usuario sea exclusivamente el que haga parte del trabajo.

Los referidos servicios, sin embargo, han generado una problemática: Han utilizado el modelo de “economía colaborativa” para camuflar relaciones de trabajo .En las que el propietario de las aplicaciones, lucra de la labor personal de quien utiliza la aplicación. Así como han concentrado un gran nivel de riqueza en cabeza de quienes detentan los derechos de autor sobre las aplicaciones y no atienden ni siquiera accidentes de trabajo (e inclusive en muchos casos, ni cuentan con un seguro médico) Esto incrementa los costos que recaen en el trabajador, reduciendo los ingresos, ya que estos no pueden ser suplidos, en un caso como el descripto. Como sí ocurre, con un seguro de riesgos laborales de un trabajador convencional).

Para esta columna se ha utilizado partes del libro “Un mundo de tres ceros” de Muhammad Yunus

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