Felipe A. PriastOpinón

DOÑA PETRA

Por ahí leo mucha gente poniendo ejemplos de como la famosa Hipoteca Inversa es una figura para estafar a la gente.
Ok, perfecto, aquí les va mi ejemplo para el público idiota colombiano que está causando una histeria colectiva por física ignorancia.
Aquí les va:

Doña Petra Cotes Buendía, una señora originaria de Carrizal, es viuda hace 10 años y tiene una buena casa en el barrio El Prado de Barranquilla. Doña Petra vive de una pensión que le dejó su marido y de algunos ahorros que tiene. Todos los hijos de doña Petra están casados y viven en el extranjero. El único que a veces acompaña a doña Petra es su sobrino Rolando, quien le ha dicho muchas veces a su tía que le gusta mucho la casa.

Doña Petra quiere pasar sus últimos años viajando y conociendo el mundo, y está buscando hacer algo con la casa para poder cumplir su sueño.
Entonces, con esto en mente, va a un banco para que le digan que puede hacer. El banco le ofrece un préstamo contra la casa con unos intereses altos, y una hipoteca inversa.
Doña Petra regresa a su casa pensando que hacer, y en la siguiente visita que le hace Rolando, ella le explica a su sobrino sus opciones. Rolando de inmediato salta y le dice: “¡Tía Petri, no se deje clavar! Véndame la casa a mi que yo sé la pago mejor”.

Doña Petra y su sobrino acuerdan un precio, y acuerdan la forma de pago. Rolando le dice a su tía que le va a pagar la casa en 3 pagos. Uno de 40% de valor de la casa de inmediato, un segundo pago de 30% en 6 meses, y el restante 30% al cabo de un año. Doña Petra, que quiere y confía en su sobrino, acepta esos términos y le vende la casa.

Rolando le da el 40% del valor de la casa a su tía, y Petra, con ese billete, coge un avión y se va a visitar a su hija casada que vive en Canadá. Se da la gran vida, va aquí, va allá, su hija la lleva a Vancouver, a las Rocky Mountains, a Newfoundland, y cuando llega la hora de recibir el segundo pago, Rolando sale con un chorro de babas (ahora que la tiene lejos) y solo le manda el 15%. Luego, le dice: “Tranquila, tía Petri, que yo le mando el resto en dos meses”. Como son familia, doña Petra le cree y acepta ese segundo arreglo.
Llegan los dos meses y no pasa nada. Se cumple el año y Rolando no manda, ni el 15% que debe, ni el 30% que falta. Clavada, doña Petra se queda a vivir con su hija en Canadá, en donde termina en un cuartico en el sótano triste y abatida por la tumbada que le metió su sobrino.

Por no creer en los bancos sino en su familia, doña Petra cambio una buena casa, por un cuartico en Alberta, Canadá, que se pone 20 grados bajo cero en invierno.

Todas las tardes doña Petra llora en su frío sótano al pensar que podría haberse dado la gran vida si hubiera escogido alguna de las opciones que le ofreció el banco. Nunca se le pasó por la cabeza que su querido sobrino Rolando la pudiera tumbar.

Fin de la historia.

Moraleja: No se necesita de un banco para ser estafado. En tu propia familia te pueden tumbar. Yo le he prestado plata a la mitad de mi familia y nadie nunca me ha pagado esas platas. Son innumerables las historias como la de doña Petra en donde un familiar o amigo muy cercano se aprovechó de esa cercanía para tumbar a alguien. El colombiano, uno de los seres más mala paga del mundo, tiene pero recontra-huevó de armar esta histeria por lo de las hipotecas inversas. En Colombia hay estafadores en todas partes, en todas las esquinas, en todas las familias. Sarmiento Ángulo es un hijueputa, de acuerdo, al igual que el resto de la banca colombiana. Pero no son el único “coco” que hay por ahí.
Si esa figura es tan mala como dicen, se va a caer sola, y no necesita de fanáticos de izquierda para que la estigmaticen. Entre más actores en el sistema hipotecario, mejor, esa es una regla de la economía, por eso se aceptan especuladores en las bolsas de valores.

Mañana suelto otro ejemplo basado en el personaje ficticio de doña Petra…

*Las opiniones expresadas en este documento no han sido sometidas a revisión editorial, son de la exclusiva responsabilidad de los autores y pueden diferir con las de The Cartagena Post.

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