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Doña Petra en Traquetombia

Muy respetuosamente tomo prestado el personaje de Doña Petra de la columna de Felipe A. Priast (Doña Petra) y me lo traigo a vivir a mi universo paralelo de Traquetombia.

Nota aclaratoria: es importante anotar que la Doña Petra de Priast no podría aplicar a la hipoteca inversa colombiana porque es pensionada, recibe la pensión por sustitución que heredó de su marido. Y también, en el caso que llegara a aplicar a la hipoteca inversa, no le sirve esta estrategia para conseguir dinero e irse de fiesta por el mundo, la plata de la hipoteca inversa no se la dan junta, se la dividen en cuotas mensuales.

Doña Petra es una señora viuda, de clase media alta que vive en Traquequilla, una ciudad costera de Traquetombia. Doña Petra tuvo una linda familia con tres hijos y su difunto esposo trabajó toda su vida como gerente de un almacén de telas.

Vivía cómodamente, sus hijos estudiaron en prestigiosos colegios de Traquequilla. Cuando se graduaron del bachillerato, aplicaron a becas en el exterior para estudiar sus carreras profesionales y se fueron.

El marido de Doña Petra estaba afiliado a Traquepensiones y como 15 años antes de jubilarse un asesor de un Fondo Privado de Pensiones lo fue a visitar y con información falsa lo convenció para que se pasara de Traquepensiones al fondo. Quince años después, cuando el marido de Doña Petra se fue a jubilar y comenzó con los trámites se llevó la sorpresa más amarga de su vida, en el Fondo Privado se iba a jubilar con el 25% de lo que era su salario, si se hubiera quedado en Traquepensiones se hubiera jubilado con el 75%. Y fue así como el marido de Doña Petra se pensionó y pasó de ganarse $10 millones de pesos a $2.500.000 pesos.

El estilo de vida de Doña Petra y su esposo cambió radicalmente, con su pensión compraba el mercado, pagaba los servicios de la casa grande en el barrio El Prado, que compró recién casado con Doña Petra y donde han vivido casi toda su vida. También pagaba la empleada del aseo y no les quedaba para mucho más.

Pero el marido de Doña Petra era recursivo y hacia un pequeño negocio por aquí, otro por allá y así completaba otra plata para el mes y vivían un poco mejor. La comida no faltaba en la casa de Doña Petra.

Pero el marido de Doña Petra no tuvo una larga vida y 10 años después de jubilado se murió de un infarto. A Doña Petra no le quedó pensión, aunque puso abogado, el Fondo Privado de Pensiones dijo que los ahorros de su marido se habían acabado, como dicen por ahí, hasta donde llovió hubo barro. Doña Petra se quedó sin pensión por sustitución.

Le quedaron unos muy pobres ahorros y su buena casa en el barrio El Prado. Doña Petra nunca trabajo, siempre fue una feliz y acomodada ama de casa ¿Qué iba a ser de la vida de Doña Petra ahora?

Los hijos de Doña Petra se habían ido del país hacía más de 20 años, ni al entierro de su padre fueron. Llamaban a su madre una vez al mes y debido a la muerte de su padre comenzaron a enviarle a Doña Petra, de vez en cuando, algunos dólares.

Su sobrino Rolando, el único que la iba a visitar una vez a la semana, la acompañaba a recoger los dólares cada vez que se los enviaban. Con estos, Doña Petra mal comía y pagaba los servicios. Ya no podía pagar empleada. Doña Petra ingresó al grupo de familias y ciudadanos que sufren del fenómeno de pobreza oculta. Familias y personas de estratos 4 para arriba, que viven en buenos barrios, con vivienda propia hipotecada y con aparente solvencia, pero que de puertas para adentro apenas les alcanza para mal comer. Todo esto debido a las pérdidas de los empleos, a que vayan mal los negocios de los que antes vivían y a otros factores más que agobian a las familias de Traquetombia.

Doña Petra pensó en vender su casa, ya hasta propuestas le habían hecho, ella lo tuvo en consideración, porque era muy costosa mantenerla, los servicios públicos muy caros y ella no tenía ingresos ¿Pero a dónde se iría a vivir Doña Petra? Le aterraba irse a vivir a un barrio popular de Traquequilla, ella no estaba acostumbrada a esos lugares.

A Rolando se le ocurrió que su tía podría tener pensionadas, era una casa grande con cinco alcobas, cada una con su baño. Doña Petra ocupaba una, así que podía tener cuatro señoritas pensionadas universitarias. Y así fue, Doña Petra alquiló los antiguos cuartos de sus desagradecidos hijos y la alcoba de huéspedes. Entonces, Doña Petra empezó a tener un ingreso mensual, con el que podía comer decentemente, pagar los servicios, contratar una empleada y salir con su sobrino Rolando a comer helado una vez al mes.

Pero al mundo le cayó una pandemia, se dio el aislamiento social, cerraron las universidades, sus pensionadas se fueron para sus pueblos y Doña Petra quedó sin recibir dinero mensual. Sus hijos ya no le mandaban nada, porque debido a la pandemia se quedaron sin trabajo en los países donde vivían. Doña Petra mal comía con lo que Rolando le llevaba.

De pronto un día Doña Petra vio en el noticiero el tema de la hipoteca inversa. Su sobrino Rolando también vio la noticia y ambos pensaron que esa era una solución al problema de pobreza oculta que vivía Doña Petra.

Así fue como llamaron a un asesor del Banco Cianuro, que visitó la casa, hizo el avalúo. Valoraron la casa de Doña Petra por el 40% de su valor real, lo cual indignó a Doña Petra, porque ella y todos sabían que esa casa cuesta mucho más, debido a lo grande, hermosa y a su excelente ubicación.

El patio de la casa de Doña Petra colinda con un Supermercado Olimpus y un pequeño centro comercial. Esos del supermercado Olimpus varias veces, en el pasado, la habían visitado ofreciéndole comprar la casa. Ella nunca se las quiso vender, le ofrecían muy poco y después a dónde se iba a ir a vivir ¿A la Circunvalar? Esa no era una opción para ella. Primero muerta que sencilla, como dicen por ahí.

Doña Petra resignada aceptó el injusto avalúo del banco, no tenía más opciones. Hizo la hipoteca, el banco le empezó a girar mensualmente 2 millones de pesos. Pasó de tener cero ingresos a recibir algo que le permitía comer y pagar los servicios. La idea de Doña Petra era que una vez se acabara el bicho ese de la pandemia, volver a recibir pensionadas y vivir mucho mejor.

El gerente del Banco Cianuro estaba casado con una sobrina de los dueños del Supermercado Olimpus y en una conversación le contó al tío de su esposa que la casa grandota y bonita del barrio El Prado, que queda detrás del supermercado, le habían hecho hipoteca inversa. Que era de una señora viuda, que vivía sola y sus hijos estaban en el exterior.

Tres meses después de recibir Doña Petra sus mensualidades del Banco Cianuro, una noche cualquiera se le metió un ladrón a su casa, le dieron dos disparos y le robaron el televisor. Su sobrino Rolando, la encontró muerta al día siguiente cuando la fue a visitar.

El Banco Cianuro se apropió de la casa y la remató. La compró, por el 30% de su valor real, el dueño del Supermercado Olimpus. Demolieron la casa de Doña Petra, hicieron tres locales más y parqueaderos.

Debido al Covid-19 a Doña Petra la cremaron, le entregaron las cenizas en una caja a su sobrino Rolando y el acta de defunción que decía que Doña Petra había fallecido por Covid-19, lo cual denunció Rolando en un vídeo a través de sus redes sociales. Vídeo que inspiró a un interesante e inteligente escritor Traquetillero, radicado en Estados Unidos, a que escribiera un post sobre el Cartel del Covid.

Rolando guardó las cenizas de Doña Petra en una linda caja en la sala de su casa, mientras toma la decisión de que hacer con ellas, porque no tiene plata para un nicho en el cementerio.

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