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Capitalismo compinchero – De la Teoría de la Ventaja Comparativa de David Ricardo a la miseria de aumento del salario mínimo para el 2021-

Por  este medio de comunicación en diferentes ocasiones he escrito que uno  de los problemas estructurales que tiene la economía colombiana, es la  aplicación de  la Teoría de la  Ventaja Comparativa de David Ricardo  y   de la Ley  Say  formulada por Jean-Baptiste Say,  estas teorías del siglo XIX, que establecen que la oferta crea su propia demanda y de  este precepto teórico  se basa  la Teoría  de la Ventaja Comparativa, que es una formulación teórica que no tiene ningún tipo de sustento empírico.

La Teoría de la Ventaja Comparativa se implementó a través de la liberación económica hecha por Cesar Gaviria en 1991, aplicando el Consenso de Washington y que se materializo a través de los diferentes tratados de libre comercio que ha afirmado Colombia desde 2008 hasta la presente.

La década de tratados de libre comercio, con Canadá (2010), después con Estados Unidos (2012), la Unión Europea (2013) y con Reino Unido (2020) entre otros, nos ha demostrado que lo que ha ocasionado es desindustrialización de la economía colombiana y un aumento de déficit en cuenta corriente, como lo muestra las siguientes estadísticas, donde se comparó como está la balanza comercial antes de la entrar en vigencia los diferentes TLC y después:

Que entre 1994 y 2012, antes de entrar en vigor el TLC con la Unión Europea, Colombia tenía un superávit de US$3 mil millones de dólares en promedio. El superávit   en la cuenta corriente se sostuvo por dos años, pero desde 2016, acumulamos un déficit de US$10.998, hasta la presente.

Este año será el déficit de casi US$2.300 millones en promedio, con Alemania, Francia y España a la cabeza. Como se  dijo anteriormente,  la teoría de David Ricardo explica, en resumen, que los países se deberían especializar en los productos que fueran más fácil de producir y más económicos, y venderlos en el exterior donde se podía decir que hay una demanda ilimitada, aplicando la Ley de Say para estos productos y con los recursos obtenidos comprar los productos que no se produce en el país, esto en teoría, aumentaría el bienestar de la población, mostrando un comercio internacional donde todo el mundo gana.

La verdadera causa del estancamiento de la productividad y la alta tasa de desempleo es la Teoría de la Ventaja Comparativa de David Ricardo. La tasa de desempleo está alrededor de 14,7%, pero si incluimos el desempleo oculto quedaría alrededor del 20%. La Teoría de David Ricardo induce a los países a especializarse en los bienes de mayor productividad relativa, es decir, en bienes de bajo valor agregado, generando en la economía colombiana una reprimarización en  commodities, en bienes intermedios y  manufactura,  es decir, que se pueden elaborar más fácilmente, que son los que tienen menor demanda en el mundo y menor productividad absoluta en los países de mediano desarrollo, como le está pasado a Colombia actualmente, por eso este shock de demanda no se va recuperar rápido sino en varios años.

 Pero como se ha dicho y demostrado empíricamente en todo el mundo, lo siguiente:

1) Que la demanda es limitada, la Ley de Say no se da en el mundo real, además cuando los países como Colombia se especializan en lo que es más fácil y económico, se elaboran productos que no tienen casi demanda mundial y por su baja complejidad o valor agregado, sus términos de intercambio, es decir, el precio es muy bajo y los bienes que comprados importados que no se producen son de alta complejidad o valor agregado, que tienen  precios muy altos.

Por lo tanto, ni la cantidad del producto que se exporta o vende son suficientes ni los precios a lo que se vende son suficientes para comprar los productos importados de mayor precio,   generando el famoso déficit gemelos que son déficit de cuenta corriente y déficit fiscal.

Es decir, las importaciones de bienes y servicios se financian con deuda externa, el año pasado estuvieron en el orden de 4,3% de déficit en cuenta corriente y de 4% el déficit fiscal, eliminando la magia del ministro Carrasquilla y este año está alrededor del 3,5% el déficit en cuenta corriente por efecto del Sars-Cov-2, que ha disminuido los negocios internacionales  y un déficit fiscal de 8,9 %.

2) Que el comercio internacional es una guerra donde hay ganadores y perdedores, como se va a demostrar en el presente escrito, Colombia es perdedora. Fue una teoría creada para que las potencias económicas pudieran vender sus excedentes comerciales a los países periféricos obteniendo grandes   utilidades de este intercambio, como se explicó párrafos anteriores.

La Teoría de la Ventaja Comparativa es una teoría económica que en el campo laboral alienta la mediocridad y  la flojera  de los países como Colombia,  que según esta teoría solamente pueden producir o vender lo que fácilmente se hace, porque los habitantes  de estos países  no dan para más, por lo tanto, los países como Colombia no deben invertir en I+D+I ni en educación de calidad, para el año que viene nuestro gobierno va a invertir el 0,32% de PIB en I+D+I. En cambio las potencias económicas y sus habitantes son los que se puede  esforzar, estudiar y trabajar  duramente para lograr  una ventaja a absoluta, porque esos habitantes sin dan para más y para producir bienes de alta complejidad, como los alemanes, que son los grandes ganadores de la globalización.

Esta ventaja de las potencias económicas dada por su inversión en I+D+i, educación e infraestructura, esta ventaja es creada, porque no nacieron con ella, pero a nuestra población se nos niega el derecho de desarrollar estas habilidades y tenemos que especializarnos en materias primas que se dan en los territorios, nosotros no podemos crear esta ventaja como las potencias.

Pero, este argumento falaz que está inmerso intrínsecamente  en esta teoría,  no se aplica  en la realidad  y esto se demuestra empíricamente con los  tigres asiático, ejemplo de esto es Corea del Sur, que  hace 60 años era un país más pobre que Colombia, que no  producida ningún tipo de bien de alto valor agregado, porque supuestamente no tenía ventaja comparativa, pero  rompió  este  paradigma del neoliberalismo que se llama ventaja  comparativa  o “libre comercio“  a través de inversión en educación, I+D+I e infraestructura, con una política industrial para incentivar las exportaciones industriales y proteger  su mercado interno, que es lo mismo que antes hizo Japón.

Esta Teoría de la Ventaja Comparativa, como la venden – para su beneficio- los países más ricos a países como el nuestro,  pero que Corea del Sur no compró, aplicó una teoría de negocios internacionales distinta y ahora es uno de los países que se especializa en vender bienes de alta complejidad y con unos términos de intercambio altos,  a todos los países de mundo, incluyendo a las grandes potencias.

Aplicando la Ventaja Comparativa, Colombia redujo sus aranceles de 40% en promedio a un 5% desde 1991, no se protegió su tejido industrial y este se disminuyó.

3) Colombia se especializó en producir commodities (petróleo, carbón, frutas tropicales y demás materias primas) que es lo más fácil y barato, con los recursos de esto se compran los otros bienes que no se producen.  Y ocurrió la maldición de los commodities en la economía colombiana como se explicó en párrafos anteriores.

Se buscaron los beneficios de la ventaja comparativa desde punto de vista del bienestar, por tener bienes más baratos, con este argumento se firmaron decenas de TLC leoninos para la economía y la industria colombiana con países más industrializados.

Mientras tanto, los países con que firmamos los TLC apoyan con subsidios de diferentes formas a sus industrias, por ejemplo:

El TLC que firmamos con Reino Unido, este país tiene  una  agencia de crédito para la exportación del Reino Unido, UK Export Finance (UKEF), y  ha puesto a disposición hasta $4 billones de libras esterlinas para ayudar a los compradores colombianos a acceder a la financiación que necesitan para adquirir productos y servicios del Reino Unido, de esta forma  subsidia a su industria exportadora,  fomentando que déficit  en cuenta corriente con ellos  sea  mayor, mientras nuestra industria no tiene ningún tipo de ayuda del gobierno colombiano y tecnológicamente estamos en una total desventaja con estos países como Reino Unido, que  tiene mejores ventajas de ubicación, mejores carreteras, mejor talento humano, más I+D +I, que nuestra industria, que no pueden competir sin una protección por un tiempo y propiciando una curva de aprendizaje, muchos sectores industriales desaparecieron igual que el trabajo formal, aumentando aún más la informalidad, que está alrededor del 51% en nuestro país.

En Reino Unido, este tipo de subsidios se da través de créditos, que tienen las siguientes condiciones: créditos con plazos de reembolso de 2 a 10 años, con un periodo de gracia de 1 a 2 años para comprar a 18 sectores de la industria inglesa.

Como se dijo en párrafos anteriores, estamos especializados en productos tropicales que en el mercado internacional no tienen demanda, que además tienen mucha oferta de otros países. Debemos sembrar cereales y cultivos templados que son los que tienen mayor demanda mundial.

Seguir la teoría de David Ricardo, ha ocasionado que entre el 30% y 50% de las exportaciones colombianas sean de petróleo y sus derivados actualmente. Y que aporten entre 40 y 60 billones de pesos al presupuesto nacional, que representa aproximadamente 9% de este.  Algo similar sucede en el mercado interno. Los consumidores prefieren los bienes de menor valor con respecto al ingreso. Los altos crecimientos de la industria y la construcción que se presentaban antes de la globalización dejaron de darse.

También tiene otra consecuencia, la industria minero-energética que en un plazo de 80 años va desaparecer casi en su totalidad por el cambio en la matriz minera-energética mundial es intensiva en capital, es decir, en maquinaria y equipos para la producción, no genera puestos de trabajo y acaba con la industria que es la mayor generación de trabajo formal, incrementando la informalidad que comenzó en 1991 con la aplicación del Consenso de Washington.

Y los efectos de la aplicación de esta teoría económica ortodoxa de libre comercio se ven a diario en nuestras vidas, como sucedió con los productores de papa hace un mes ¿Las causas? Las mismas que están afectando a muchos sectores de la economía: una gran caída de la demanda interna, el aumento de las importaciones y las dificultades para exportar.

La demanda interna en Colombia se ha desplomado en promedio el 8%, en parte por el cierre de hoteles y restaurantes, lo que perjudico a los productores de papa porque el sector hotelero y gastronómico representaba alrededor del 30% de las compras del tubérculo; el menor consumo de papa refleja la caída de la actividad económica, con su consecuencia directa de la pérdida de empleos.

También ha caído el consumo de papa en los hogares. No es que los colombianos hayan decidido hacer dieta y disminuir la ingesta de carbohidratos, sino que no tienen ingresos ni para comprar el mercado y están pasando física hambre. Durante la pandemia la tercera parte de los hogares está haciendo una comida menos que antes, y la papa es un ingrediente esencial del menú colombiano, pero por fuerte shock demanda que está sucediendo la compra del tubérculo disminuyó.

En cuanto a las importaciones de papa, como consecuencia de los TLC han crecido rápidamente pasando de 8.999 toneladas en promedio 2009 a 59 mil toneladas en promedio 2019, sobre todo de producto procesado y con dumping de los países europeos y a las importaciones de países como Alemania, Bélgica y Holanda.

Como la apertura que se hizo en Colombia, permitió que se importara papa en vez de venderla nosotros mismos o exportarla. Las exportaciones de papa que llegaron a ser 23.000 toneladas en 2009, se desplomaron a solo 1.680 el año pasado. La balanza comercial de la papa es negativa en USD 60 millones.

Como se ha argumentado anteriormente en este artículo, la baja complejidad, la reprimarización   y una apertura de la economía Colombia mal hecha de cesar Gaviria, más una cadena de errores en la formulación de las políticas económicas a generado un país sin industria.

Y con una informalidad de más del 50% de su población, una alta tasa de desempleo que antes del Sars-Cov -2 estaba por encima de los dos dígitos y ahora supera el 20% del desempleo, si se tiene en cuenta el desempleo oculto o las personas inactivas.

La pandemia a generado que la productividad de los factores de producción o Productividad Total de los Factores (PTF) como lo mide DANE, fuera de -0,6% en el 2020, el valor agregado a precios constantes de la economía colombiana en 2020 tuvo una variación preliminar de -8,39%; los factores de producción contribuyeron con -7,78 % a esa variación.

Desde el enfoque Klems de productividad, la variación de la PTF en 2020 fue -0,6%  y con la otra  variable que se calcula el salario mínimo, que es índice  del precio  al consumidor que se sitúa entre 1,5% y 1,8%  y la proyección por parte del Gobierno Nacional para el PIB de -6,5%  erróneamente hecha para engañar a  las personas, estas variables se utilizan para calcular el salario mínimo, que por estos factores el gobierno, los gremios y centros de pensamiento afines a estos, quieren que tenga  un aumento entre  los  rangos de 2% y 3% .

Pero esta baja  productividad, que es no es nueva  y que desde hace 30 años ocurre, pues  nos hemos desindustrializado, es decir, dejado acabar el sector secundario para emigrar al sector terciario (servicio y comercio) y primario  carbón, petróleo  y  frutos tropicales (que no tienen demanda  mundial  y  un muy bajo precio) que son  de los sectores donde más baja productividad   hay, donde la evidencia empírica y los diferentes papers lo demuestran. Se esperaba que los estímulos de mercado y la liberación de 1991 inducirían a los empresarios a establecer actividades de productividad creciente. De esta manera, el crecimiento se elevaría y la distribución del ingreso mejoraría, aumentaría la productividad.

Los resultados fueron muy distintos pasados 30 años. La mayoría de la fuerza de trabajo opera en empresas de menos de tres trabajadores y las productividades del capital y del trabajo crecieron cero en las últimos tres décadas, además la población no tiene la culpa que por una cuarentena su productividad se vino al suelo por un shock en la oferta.

Esta baja productividad que viene teniendo la economía colombiana en los últimos 30 años se debe básicamente a la liberación económica, torpemente implementa por Gaviria y Rudolf Hommes, explicada anteriormente,  y  las cuatro barreras al crecimiento, que son: la demografía, la educación, la desigualdad y la deuda pública.

1) Demografía: su impacto cuantitativo a largo plazo sobre el crecimiento económico es amplio. Por definición, el crecimiento de la producción per cápita equivale al crecimiento de la productividad laboral, multiplicado por el crecimiento en horas per cápita. La desaceleración del crecimiento de la productividad que comenzó hace 30 años.

Los papers internacionales recientes han demostrado que, aproximadamente la mitad de la disminución de la participación se debe al envejecimiento de la población, a medida que se jubila la generación de los años 50 y 60, en Colombia se invierte la pirámide poblacional.

La otra mitad se debe a la disminución de la participación dentro de los grupos de edad de trabajar que por la situación laboral se pasa a la población inactiva, se ve reflejada en la tasa general de participación y en desempleo oculto, debido, en parte, a las débiles condiciones económicas. Incluso, si la disminución de la participación se desacelera anualmente, la parte atribuible a la jubilación de la población de los años 50 y 60, eso sigue siendo suficiente para que sea imposible que el PIB real per cápita iguale el crecimiento de la productividad.

2) La Educación: durante la mayor parte del siglo XX, el aumento de las tasas de finalización de bachillerato y la universidad cambió permanentemente la capacidad productiva de los trabajadores, esto también paso en Colombia, pero esta transición terminó en 1990, con la incapacidad del 60% de los graduados universitarios para encontrar trabajos formales que requieran una educación universitaria, lo que creó una nueva generación de empleados por cuenta propia y dueños de miscelánea.

3) La desigualdad de ingresos que continúa creciendo inexorablemente a medida que los salarios de los directores ejecutivos y millonarios avanzan cada vez más, aumentada por la creación de billones de pesos con la especulación financiera.  Los gremios empresariales y el gobierno están trabajando horas extras para reducir los salarios, reducir las prestaciones y trabajo formales.

4) La deuda pública: factor en contra es el avance progresivo previsto en la relación entre la deuda del gobierno nacional y el PIB de más 65% solo este año. Se calcula un déficit fiscal de 8,9% este año y los ingresos fiscales futuros crecerán más lentamente, impulsando la deuda en el numerador de la relación deuda / PIB, mientras que el denominador crecerá más lentamente, aumentando así aún más el cociente. La relación deuda nacional / PIB bien podría llegar al 70% a fines del año de 2021. Lo que imposibilita la inversión social y que la mayoría de esta inversión, está financiada con deuda externa, trayendo un alto grado de inestabilidad.

La participación en la fuerza laboral ha estado disminuyendo, en gran parte porque muchas personas se ven obligadas a jubilarse sin las finanzas adecuadas debido a la tasa remplazo de 20% en promedio que paga el RAIS (Régimen Solidario de Prima Media con Prestación Definida) a las personas que han empezado a jubilarse y otras dejan de buscar trabajo después de una búsqueda desesperada e interminable.

La disminución del crecimiento de la productividad laboral para cualquier participación del trabajo en los ingresos se traduce directamente en una tasa de crecimiento más lenta de los salarios reales y el nivel de vida de un país. Cada punto porcentual en el que el crecimiento de la productividad disminuye se convierte en la misma reducción en la tasa de crecimiento del producto potencial, lo que reduce la capacidad de una nación para financiar la seguridad nacional, la educación, la atención médica y las pensiones de vejez.

El crecimiento de la productividad laboral se puede dividir en tres componentes: la profundización del capital, el crecimiento de la productividad multifactorial y la contribución de la calidad del trabajo. Podemos investigar cómo la profundización del capital contrasta con el crecimiento de la productividad multifactorial como fuente del crecimiento de la productividad general. La contribución de la profundización del capital fue relativamente estable antes de 1991.

Este patrón de cambios en el crecimiento de la productividad multifactorial debido a la apertura económica de 1991 respalda nuestro amplio tema de que la anatomía de la industria de la desaceleración de la productividad fue en 4 industrias, con las mayores desaceleraciones en el crecimiento de la productividad multifactorial son: agricultura, transporte, servicios públicos e industrial.

Pero el gobierno de Iván Duque piensa que la paga pato de la nula productividad de país son los trabajadores, al igual que lo gremios que piensan de forma ridícula que el aumento insignificante del salario mínimo y una reforma laboral para flexibilizar el mercado de trabajo  va a reactivar la economía   y como consecuencia la productividad. Cuando el problema es la apertura económica y  el choque de demanda que produjo Sars-Cov-2, esto es un ejemplo del capitalismo compinchero en Inglés Crony Capitalism, que en pocas palabras es una economía, que se dice en teoría, que es capitalista pero en la que abundan los monopolios antinaturales y  que el éxito en los negocios depende del favoritismo creado por una estrecha relación entre los empresarios y los funcionarios del gobierno, nuestro gobierno nacional y el gobierno de Cartagena son un ejemplo vivo de esta teoría, el más reciente ejemplo en Cartagena es el nefasto caso del mediocre Secretario de Planeación y los gremios.  

Se  piensa que para “mejorar” el mercado laboral y en consecuencia la economía se debe hacer una reforma laboral para  flexibilizar la mano de obra, que no es otra cosa  que la eliminación de un gran número de requisitos para la contratación y el despido, esto trae como consecuencia el aumento de la forma de contratación temporal, a tiempo parcial y el pago de seguridad  social por horas, porque el trabajo  por hora  y también por destajo ya existe, lo único es que la seguridad social no se paga por  horas hasta este momento, sino que el monto de liquidación comienza desde un salario mínimo. Pero esto cambió un poco con el piso de protección social, la reducción de las contribuciones sociales obligatorias de las empresas, y el abaratamiento del despido.  Todo esto tendrá como consecuencia una gran informalidad, más de la que se tiene hoy en día y nos está afectando gravemente en esta pandemia.

Porque se tiene la idea de que la única manera de ser competitivo en el mercado internacional es bajar la renta del factor trabajo y sus condiciones, esto se logra a través de innumerables reformas y las que faltan por parte del gobierno de Duque en el 2021.

El mal funcionamiento microeconómico tiene un claro reflejo en el funcionamiento macroeconómico. La economía opera con bajas tasas de ahorro y déficit en cuenta corriente que impiden el equilibrio entre el ahorro y la inversión, entre las importaciones y las exportaciones, y el crecimiento económico. Así lo revela la información de las variables agregadas que muestran que el crecimiento de la producción y el empleo entre 1990 y la fecha ha sido muy inferior al del período anterior y a cualquier otro período entre 1945 y 1970, como se explicó en párrafos anteriores. Por lo demás, los índices de distribución del ingreso son lamentables. La pobreza monetaria se mantiene en el 50%, para el 2020 el coeficiente de Gini se acerca a 0,55 y la participación del trabajo en el PIB disminuye.

Aumentar la renta de capital generando más desigualdad y un mayor coeficiente Gini como se comentó anteriormente, con la idea de que bajando los costos del trabajo y   la disminución de los derechos se logra un aumento en el empleo, se ha demostrado empíricamente que esto no es verdad.

Lo que se necesita es brindarles a las industrias ventajas especificación de ubicación, infraestructura física (carreteras, puertos, entre otros) servicios públicos, capital humano e I+D+I. Que hace que las empresas se instalen en los territorios y generen puestos de trabajo formales, porque con estas condiciones en estos territorios se generan utilidades.

Con la disminución de salarios y derechos laborales las ganancias que obtienen los empresarios en vez de reinvertirlas en el país para aumentar la competitividad y el empleo formal, se reparten como utilidades.

Estos errores los acentúa Duque y los gremios económicos. Si los salarios se bajan para que las empresas ganen más y produzcan más, el procedimiento fracasa porque no hay quién compre la producción. Los resultados serían traumáticos. La productividad disminuiría, la actividad productiva no se recuperaría y, en su lugar, el deterioro de la distribución del ingreso se acentuaría. El remedio resulta peor que la enfermedad.

Además, el consumo de los hogares representa casi el 70% del Producto Interno Bruto, haciendo que el ingreso de los trabajadores sea la punta de lanza de la demanda agregada. Entonces, bajar los salarios no trae utilidad.

Ilustra la lógica imperante de transferir a los empleados la mayor parte de los costos del pobre desempeño económico y la baja productividad a consecuencia de Sars-Cov -2 y además a modelo ortodoxo de los ultimo 30 años.

El gobierno y los gremios económicos analizan el mercado laboral de manera simple y obtusa como cualquier otro mercado e independientemente de los demás. Así, si aumentan los salarios (el precio), menos personas serán contratadas (se reduce la demanda), aunque más personas quieran trabajar por esa remuneración (aumenta la oferta), es decir aplicando la ley de la oferta y demanda enseñada en curso de introducción de economía de cualquier estudiante de economía de primer semestre y me recuerda cuando mi profesor Jorge Alvis me enseñaba introducción a la economía.

David Pinto Cataño. Economista y profesional en Finanzas y Negocios Internacionales. Catedrático universitario.

Entonces, para evitar que aumenten el desempleo, el subempleo y la informalidad, la fórmula también es simple: contener el aumento de los salarios (precio) y, si es posible, bajar los precios para que, por ley de la oferta y demanda, ceteris paribus,  el bien, que es el trabajo, aumenta. Esto me devuelve a mis épocas de estudiante de economía de primer semestre en el año 2002. Aunque es una idea vieja que tiene más de dos siglos, se ha recauchado como propuestas como la de no aumentar salarios ni pagar primas o la de pagarles a los jóvenes y mujeres salarios inferiores al mínimo y flexibilidad de mercado laboral.

Sin embargo, esta lógica mediocre de capitalismo de compinches, a favor de los empresarios, que actúan como escorpiones, que más tarde ellos mismos se pican con su aguijón, ignorando los factores característicos y relevantes del mundo laboral y la complejidad del salario que  tiene dos caras, es un costo para la empresa, pero también es demanda porque los salarios generan ingresos a la población, que luego utiliza  para consumir  bienes y servicios,  que genera demanda agregada y consumo.

Este año ha disminuido en promedio -7%, además los salarios no son simplemente costos y parecería que se les olvida que precisamente ese trabajo que aportan quienes son contratados genera productos que finalmente se convierte en ingresos y después en utilidades para quienes contratan esos trabajadores en las empresas.

Hoy, la economía colombiana está en recesión y vive un evidente shock de demanda de esos productos que no pueden vender, porque no hay compradores, porque no tienen los ingresos que les faciliten el poder adquisitivo para esto.

El Marco Fiscal de Mediano Plazo contempla un ajuste fiscal rápido y severo: el déficit del Gobierno Nacional Central pasaría del 8,9% del PIB en 2020 al 1,8% del mismo agregado en 2023, una reducción de 7,1 puntos porcentuales del PIB en apenas tres años. Contra el desempleo actual habría que mantener políticas fiscales y monetarias expansivas, que contribuyan a la generación de demanda agregada, pero el Gobierno Nacional se inclina por una austeridad fiscal exacerbada y extemporánea. En este sentido, el Banco de la República viene haciendo mejor la tarea.

En primer lugar, el mercado laboral no es un mercado aislado, es decir, ceteris paribus, no se puede aplicar. Sólo para ilustrar el punto, tengamos en cuenta que la canasta familiar está conformada por 500 productos en promedio; la cual sirve de informe para el cálculo del índice de precios al consumidor, que a su vez es determinante en el cálculo de la inflación y, por lo tanto, en el aumento del salario mínimo.

El consumo de los hogares representa casi el 70 % de la demanda agregada, haciendo que el ingreso de los trabajadores sea un factor determínate del PIB. Por ello, aumentar los salarios por debajo de la inflación o no incrementarlos reducirá los costos laborales, pero provocará una caída aún mayor de las ventas y utilidades. Por eso, bajar los salarios no paga.

Es inconcebible que, en aras de emplear a algunos, el sacrificio quede solo en la mano de obra y quienes han acumulado riqueza simplemente hacen un favor cuando generan empleo. Si esta es la forma como ven su esfuerzo para crear puestos de trabajo, es mejor que no generen empleo, sino que simplemente les den limosnas a los desempleados. Recuerden el trabajo no es una caridad ni un favor.

En vez de tener una política que incentive la demanda, aumentando el salario mínimo, que reconozca la perdida de ingreso de los hogares, que ANIF calcula en 16 billones de pesos hasta el momento, que ha afectado el consumo y este a la demanda gravemente.

Además, se tiene que implementar una política de expansión monetaria, a través de una relajación cuantitativa, disminuyendo la tasa de interés, interviniendo la tasa de cambio de manera selectiva, planteando políticas reales y efectivas de apoyo al sector industrial y agrícola, cambiando la oferta de estos productos y que sean acordes a la demanda mundial, por ejemplo, en agricultura producir más cereales y productos derivados del ganado.

Esperando el gobierno que con la recuperación de la demanda se pueda realizar una reforma tributaria progresiva, es decir, de impuestos directos que paguen los que ganen más. Pero nuestro gobierno está haciendo todo lo contrario, van a pagar más los que menos tienen.  Además, por la intervención estatal para conformar una estructura comercial superavitaria de alta productividad del trabajo que reduzca la brecha de salarios con los países desarrollados. Adicionalmente, es necesario avanzar en un marco institucional en que la inversión, al igual que los bienes de consumo de alta capacidad de expansión de alto valor agregado, evolucionan por encima del promedio.

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