Ciudad PensanteOpinón

Bla bla bla

Si la ciudad es un reflejo de lo que somos, entonces como cartageneros estamos jodidos y damos vergüenza. Somos una ciudad inconclusa, a medias, que nunca finaliza en buen término ningún proyecto.

Cartagena crece desorganizada desde hace más de quince años. Aún sin un Plan de Ordenamiento Territorial (POT), ningún secretario de planeación de las decenas que han pasado en décadas pudo hacer un nuevo POT. Algunos por absoluta falta de voluntad e interés por la ciudad, unos por ser incompetentes y otros por salir abruptamente de su cargo o durar muy poco en él. Un par por todas las anteriores.

Parece que el reto del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial lo va a lograr, Iván Castro Romero, actual secretario de planeación.

Esta es la ciudad de los megaproyectos nunca comenzados o que tardan décadas en finalizar ¿Ya se les olvidó cuanto tiempo demoró en hacerse realidad Transcaribe?

El año pasado, antes de salir de su mandato, el presidente Santos pidió la terna al Partido Conservador para nombrar el nuevo alcalde encargado, tal y como la ley lo estipula; al respecto Santos dijo en su momento, que él no iba a nombrar al nuevo alcalde encargado (como efectivamente sucedió) porque le daba vergüenza, en 7 años firmó 14 decretos de nombramiento de alcalde encargado.

Si al expresidente Santos le dio vergüenza firmar el decreto número 15 para nombrar nuevo alcalde encargado ¿No nos debió dar vergüenza a nosotros mismos que habitamos esta ciudad?

Finalmente, el presidente Duque nombró nuevo alcalde e hizo una buena elección, a la ciudad se le ve rumbo y acciones.

Pero, somos nosotros como ciudadanos los que condenamos a La Heroica a este naufragio eterno en el que estamos. Más de siete años en los que no tuvimos continuidad administrativa, una ciudad como un velero sin rumbo, a donde lo lleve el invisible viento de la corrupción.

Cartagena es lo que nosotros somos, inconclusos, incumplidos, violentos, indiferentes, indolentes y corruptos. Somos la ciudad del bla, bla, bla, de quejarnos, echándole la culpa al otro.

Somos unos indignados efervescentes, que en redes sociales ardemos por nuestra amada ciudad cuando un hecho de corrupción lidera titulares, pero ni en las urnas ni en nuestro diario vivir hacemos algo real por una ciudad mejor.

Eligieron a Campo Elías y a Manolo por buenas personas, porque les caían bien, por su chabacanería y el trato de tú a tú, porque eran del pueblo. Sin olvidar que el día de votación parece navidad.

No pensaron en elegir a alguien con la preparación para dirigir esta ciudad y sacarla del hondo pozo donde está sumergida. Y cuando por fin elegimos a la persona indicada…

Los alcaldes encargados no tienen la culpa, ellos vienen nombrados para administrar este barco sin rumbo.  Muchos han hecho y hacen bien su trabajo en el poco tiempo que tienen. No estamos peor precisamente por eso.

Somos socialmente una vergüenza nacional, pasamos la cifra de 10 alcaldes en 8 años, insólito ¿Habrá algún Guinness Récords que nos hayamos ganado?

¿Qué hacer para dejar de ser puro bla, bla, bla y transformar nuestra realidad? Lo más fácil y paradójicamente, lo más difícil es votar el próximo octubre por los indicados. No por el mercadito, la fiestecita en la calle, el sancocho y el aguinaldo electoral.

Hay que votar por ediles, concejales, diputados, gobernador y alcalde que estén preparados académicamente y que tengan la experiencia necesaria para el cargo. Políticos que debatan y construyan ciudad. Si en octubre elegimos nuevamente con el estómago y el bolsillo, Cartagena terminará como el Galeón San José, perdida, hundida hasta el fondo y casi sin poderse rescatar.

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