Análisis

ANÁLISIS: Haití se dirige hacia una nueva era de caos

La soberanía de Haití fue gravemente violada por terroristas entrenados y fuertemente armados que parecen haberse infiltrado en el país, así como por las fuerzas detrás de ellos.

Por: Mehmet Necati Kutlu* / Anadolu

Poco a poco van surgiendo pistas sobre las identidades de los sanguinarios asesinos del presidente de Haití, Jovenel Moïse, quien fue acribillado en la residencia presidencial el 7 de julio.

Mientras las autoridades señalan a un gran grupo de mercenarios extranjeros, algunos círculos aseguran que Moïse pudo haber sido asesinado por sus allegados.

Su esposa, Martine Moïse, sobrevivió al ataque en la residencia oficial y está siendo atendida en el Hospital Baptist en Miami. Su testimonio puede contribuir a desentrañar el meollo del crimen, pero hay casos en la historia en los que nunca se llega a la verdad por completo.

Es un hecho indiscutible que el asesinato fue una operación planificada y encubierta. El presidente electo y legítimo de Haití fue derrocado al ser asesinado.

Debido a que los cargos que se debían asumir según la Constitución estaban vacíos, el poder quedó en manos de Claude Joseph, quien fue nombrado primer ministro temporal por el difunto presidente el 13 de abril de 2021 y quien fue destituido dos días antes de su muerte.

Ariel Henry fue designado para reemplazar a Joseph el 5 de julio, pero no pudo prestar juramento, por lo que no pudo asumir el poder, al menos por ahora.

Por su parte, el Senado, que solo tiene diez miembros debido a que los mandatos de veinte senadores terminaron y no se han podido celebrar elecciones, tomó una decisión diferente y anunció que designó al presidente del Senado, Joseph Lambert, como presidente provisional del país.

En estas condiciones, el país puede ser escenario de nuevas crisis políticas en el próximo periodo.

Violación de la soberanía al nivel más alto

Las declaraciones realizadas hasta el momento indican que los autores del atroz asesinato, algunos de ellos capturados vivos, fueron un grupo de 28 personas entrenadas militarmente y con armas avanzadas. Es necesario considerar todos los elementos a la hora de realizar cualquier análisis.

En primer lugar, la soberanía de Haití fue gravemente violada por terroristas entrenados y fuertemente armados que parecen haberse infiltrado en el país, así como por las fuerzas detrás de ellos. La violación se perpetró al nivel más alto al asesinar al presidente en su residencia.

Por otra parte, segmentos de la sociedad defienden que los mercenarios fueron traídos del exterior por los oligarcas del país para protegerlos y que no tuvieron nada que ver con el asesinato ya que llegaron al lugar una hora después del crimen. Aún es un misterio por qué estos comandos llegaron a la escena.

Parece poco probable que el asesinato se llevara a cabo sin la cooperación del círculo cercano del difunto presidente. Las preguntas sobre cuántos guardias presidenciales había en la residencia en el momento del ataque y sus bajas aún no han sido respondidas. Si bien se anunció que se convocó a varios guardias a la Fiscalía para tomar sus declaraciones, no está claro si serán tomadas en calidad de testigos o sospechosos.

Es muy probable que el golpe de Estado, perpetrado a través de un asesinato, esté relacionado con la crisis política de larga data en el país, y saber qué fuerzas locales y extranjeras se beneficiaron y se beneficiarán de este incidente puede arrojar luz sobre los autores intelectuales.

Momentos difíciles​​​​​​​

Haití no está pasando por muy buenos tiempos. El producto interno bruto (PIB) del país, cuya área y población son similares a las de Bélgica, es de alrededor de USD 14 mil millones, mientras que en Bélgica esta cifra ronda los USD 500.000 millones, lo que retrata claramente la situación de Haití.

El país latinoamericano tiene un ingreso per cápita de solo USD 800 anuales y ocupa el puesto 179 entre 189 países en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDO).

El 80% de su población vive por debajo del umbral de pobreza, mientras que el 1% posee el 50% de la riqueza del país. El 40% de los haitianos son analfabetos y para julio de 2021, aún no ha comenzado el proceso de vacunación en el país.

Sin embargo, los problemas del país caribeño no son solo económicos. Haití fue sacudida por un terremoto de 7.0 en la escala de Richter en 2010, que causó la muerte de más de 300.000 haitianos y destruyó casi toda su infraestructura.

El terremoto destruyó la Catedral de Puerto Príncipe, el Parlamento, el Palacio Presidencial e importantes hospitales de la capital, y dejó sin hogar a más de un millón de personas. No sería errado afirmar que el desastre natural que duró 41 segundos no solo destruyó físicamente a Haití, sino también su frágil orden económico y social.

Haití, que atravesó momentos muy difíciles en términos de seguridad y estabilidad durante el periodo 2010-2016, celebró las elecciones presidenciales de 2015 en 2016 debido a acusaciones de fraude. Tras la anulación de estas elecciones, el empresario Jovenel Moïse fue elegido presidente provisional en febrero de 2016.

Moïse ganó las elecciones presidenciales celebradas en noviembre del mismo año. Sin embargo, solo pudo asumir el cargo oficialmente en febrero de 2017. Debido a esto, el líder haitiano aseguró que su mandato de cinco años tenía que finalizar en febrero de 2022.

Por su parte, la oposición salió a las calles a protestar asegurando que el mandato de Moïse expiraba en febrero de 2021 debido a su tiempo como presidente provisional.

Los esfuerzos de Moïse para que se redactara una nueva Constitución, incluido el establecimiento de una comisión de cinco personas para tal fin, le echaron leña al fuego.

Otro controvertido hecho de la era de Moïse fue que los mandatos de todos los miembros de la Asamblea Nacional y dos tercios de los del Senado finalizaron a principios de 2020, pero no se realizaron las elecciones para reemplazarlos.

El aplazamiento constante del calendario electoral debido a los problemas de seguridad del coronavirus aumentó la molestia general, por lo que hubo huelgas y manifestaciones organizadas por la oposición.

El 7 de febrero de 2021 se anunció el descubrimiento de un complot para asesinar a Moïse y un grupo de 20 personas, incluidos altos funcionarios, fueron detenidos.

El ambiente de tensión se incrementó con las constantes manifestaciones, el arresto de muchos funcionarios estatales y los nuevos nombramientos por parte del presidente.

Finalmente, se anunció que la primera vuelta de las elecciones presidenciales y parlamentarias se realizaría el 26 de septiembre de 2021, anuncio que dio esperanzas para la desescalada en el país.

Sin embargo, el asesinato de Moïse puso el país patas arriba de nuevo. Ahora no es posible proveer que el país se estabilizará en un futuro próximo y que se reestablecerá el orden público, la seguridad y el bienestar.

*Mehmet Necati Kutlu es el director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Ankara, con sede en Turquía.

**Aicha Sandoval Alaguna contribuyó con la redacción de esta nota.

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