Coronavirus

A la edad de Trump la COVID-19 resulta muy complicada

Brian Geiss, Colorado State University

El hecho de que el presidente Donald Trump haya dado positivo por COVID-19 es especialmente preocupante debido a su edad. A sus 74 años, Trump se encuentra dentro de un grupo de edad que se ha visto muy afectado durante la pandemia del coronavirus.

Las personas de todas las edades pueden enfermar por el SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19. Pero la gravedad de la enfermedad tiende a empeorar cuanto mayor es el paciente. Hasta finales de septiembre, el 79% de las muertes por COVID-19 en los Estados Unidos habían ocurrido en pacientes mayores de 65 años. Estas estadísticas son muy similares en países de todo el mundo.

¿Por qué las personas mayores tienen mayor riesgo de contraer virus como el SARS-CoV-2? Los científicos creen que se debe principalmente a cambios en el sistema inmunológico humano a medida que envejecemos.

Las herramientas del cuerpo para combatir infecciones

A medida que quemamos etapas vitales, nuestro cuerpo es constantemente bombardeado por patógenos: bacterias, hongos y virus que pueden enfermarlo. El cuerpo humano es un lugar idóneo para que estos organismos crezcan y prosperen, proporcionando un ambiente cálido y agradable con muchos nutrientes.

Ahí es donde entra en juego el sistema inmunológico. Es la barrera contra este tipo de invasores. Incluso antes de nacer, nuestro cuerpo comienza a producir células B y células T especializadas, tipos de glóbulos blancos que pueden reconocer patógenos y ayudar a bloquear su crecimiento.

Durante una infección, las células B pueden proliferar y producir anticuerpos que se adhieren a los patógenos y bloquean su capacidad de propagarse dentro de su cuerpo. Las células T funcionan reconociendo las células infectadas y matándolas. Juntos forman lo que los científicos llaman su sistema inmunológico “adaptativo”.

Quizás su médico haya revisado sus niveles de glóbulos blancos. Se trata de una fórmula para saber si tiene más células B y células T en la sangre de lo habitual, presumiblemente porque están combatiendo las infecciones.

Los jóvenes no tienen muchas de estas células B o T. Puede ser un desafío para su cuerpo controlar la infección porque simplemente no está acostumbrado a ese trabajo. A medida que pasan los años, su sistema inmunológico adaptativo aprende a reconocer los patógenos y a manejar estas constantes invasiones, lo que le permite combatir las infecciones de manera rápida y eficaz.

Si bien los glóbulos blancos son poderosos protectores de las personas, no son suficientes por sí solos. Afortunadamente, el sistema inmunológico tiene otra capa, lo que se llama la respuesta inmunitaria “innata”. Cada célula tiene su propio pequeño sistema inmunológico que le permite responder directamente a los patógenos más rápido de lo necesario para movilizar la respuesta adaptativa.

La respuesta inmune innata está ajustada para atacar tipos de moléculas que se encuentran comúnmente en bacterias y virus, pero no en células humanas. Cuando una célula detecta estas moléculas invasoras, desencadena la producción de una proteína de interferón antiviral. El interferón provoca la muerte de la célula infectada, lo que limita la infección.

Otro tipo de célula inmune innata, llamada monocito, actúa como una especie de rebote celular, eliminando cualquier célula infectada que encuentre y señalando a la respuesta inmune adaptativa para que se ponga en marcha.

Los sistemas inmunitarios innato y adaptativo pueden actuar juntos como una máquina afinada para detectar y eliminar patógenos.

Los sistemas inmunológicos más antiguos son más débiles

Cuando un patógeno nos invade, la diferencia entre enfermedad y salud es una carrera entre la rapidez con la que el patógeno puede propagarse dentro de usted y la rapidez con la que su respuesta inmunológica puede reaccionar sin causar demasiado daño colateral.

A medida que las personas envejecen, sus respuestas inmunitarias innatas y adaptativas cambian, modificando este equilibrio.

Representación de los glóbulos blancos que ayudan a reconocer y combatir a los invasores. Kateryna Kon/Science Photo Library via Getty Images

Los monocitos de personas mayores producen menos interferón en respuesta a infecciones virales. Les cuesta más matar las células infectadas y señalar la respuesta inmune adaptativa para que se ponga en marcha.

La inflamación crónica de bajo grado en las personas que ocurre comúnmente durante el envejecimiento también puede debilitar la capacidad de las respuestas inmunes innatas y adaptativas para reaccionar a los patógenos. Es similar a acostumbrarse a un sonido molesto con el tiempo.

A medida que envejecemos, la “capacidad de atención” reducida de nuestras respuestas inmunitarias innatas y adaptativas dificulta que el cuerpo responda a la infección viral, lo que le da ventaja al virus. Los virus pueden aprovechar el inicio lento de su sistema inmunológico y abrumarlo rápidamente, lo que desemboca en enfermedades graves y en la muerte.

La distancia social es vital

Todos, sin importar su edad, debemos protegernos de las infecciones, no solo para mantenernos saludables, sino también para ayudar a proteger a los más vulnerables. Dada la dificultad que tienen las personas mayores para controlar la infección viral, la mejor opción es que estas personas eviten en primer lugar ser infectadas por virus.

Aquí es donde lavarse las manos, evitar tocarse la cara, el autoaislamiento y la distancia social se vuelven importantes, especialmente para la COVID-19.

La niebla expulsada por un estornudo puede lanzar virus en el aire, por lo que otras personas pueden inhalarlos. James Gathany, CC BY

La COVID-19 es causada por un virus respiratorio, que puede propagarse a través de pequeñas gotitas que contienen virus. Las gotas más grandes caen al suelo rápidamente; las más pequeñas se secan; y las gotas de tamaño medio son las más preocupantes porque pueden flotar en el aire antes de secarse. Estas gotitas se pueden inhalar hacia los pulmones.

Mantenerse al menos a un metro y medio de distancia de otras personas ayuda a reducir significativamente la posibilidad de infectarse con estas gotas de aerosol. Pero todavía existe la posibilidad de que el virus contamine las superficies que las personas infectadas han tocado o tosido.

Por lo tanto, la mejor manera de proteger a las personas mayores vulnerables e inmunodeprimidas es mantenerse alejado de ellas hasta que ya no exista un riesgo. Al detener la propagación del SARS-CoV-2 en toda la población, ayudamos a proteger a quienes tienen más dificultades para combatir la infección.


Artículo traducido gracias a la colaboración con Fundación Lilly.The Conversation


Brian Geiss, Associate Professor of Microbiology, Immunology & Pathology, Colorado State University

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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